Podría ser perfectamente el título de dos películas de Hollywood, pero de lo que trata esta reflexión se está desarrollando en nuestro país para nuestra vergüenza. Los inquisidores disfrazados de rojos nacionalistas, se está viendo en un pueblo de la Catalunya convulsa; Canet.
Allí una familia valiente está intentando que se aplique con su hijo, el derecho constitucional a estudiar una parte en castellano, exactamente un 25 %. No lo hacen para fastidiar a los demás que pretenden impedírselo y tienen su libertad reconocida de hacerlo en catalán, sino porque quieren ejercer SU derecho, simplemente eso.
Pero ante esa petición justa y lógica, una parte de los padres de alumnos de su colegia han decidido impedírselo por todos los medios posibles, legales e ilegales, morales o no, éticos y menos éticos. Han emprendido una especie de caza de brujas al más puro estilo de la Santa Inquisición. Afortunadamente ya no estamos en aquella oscura época, porque de ser así estaríamos debatiendo sobre que les habían quemado en la hoguera.
Inquisidores con rasgos nazis pululan cual turba desbocada por las calles de Canet, señalando como lo hacían estos a quienes no piensan como ellos. Nadie, esos padres menos, quiere quitarles ningún derecho, sino ejercer el que tienen. Si esos seguidores de Torquemada utilizaran el sentido común, el menos común de los sentidos, al menos por esos lares, entenderían que la petición no va contra nadie.
Desde la administración deberían haber tenido la altura de miras de hacerles entrar en razón, pero muy al contrario no lo han hecho y eso a quienes miramos con cariño ciertos planteamientos nacionalistas nos apena. Han hecho justo lo contrario. Ver en esa línea al Consejero de Educación y al propio President de la Generalitat produce estupor.
Que partidos que se consideran de izquierdas como ERC y CUP, estén colaborando en este desvarío va contra la propia naturaleza de ser de izquierdas. Así no, señores y señoras de la turba, así no gentes de Ezquerra y CUP. Deben entender que paradójicamente ese camino emprendido conduce a los planteamientos de Vox. Una vergüenza, una pena.
Desear que se imponga ese sentido común hoy ausente y que no llegue la sangre al río. Por otro lado también estamos observando un par de caraduras a la fuga. Mariano Rajoy en la comisión parlamentaria del caso Kitchen y el emérito Juan Carlos I en Suiza, están dando una lección magistral de desvergüenza, que según la RAE significa “falta de vergüenza, insolencia, descarada ostentación de faltas y vicios.
Que ambos hayan negado sin ningún pudor las acusaciones que se les hacían, el segundo a través de su abogado, va a quedar entre los episodios más lamentables y negros de nuestra democracia. Escuchar a Rajoy declarar en sede parlamentaria que no conocía la existencia de una caja B en el PP, produce sonrojo social.
Ver a Juan Carlos I señalando que todos los millones de euros que van apareciendo, muchos de ellos provenientes de Arabia Saudí, son regalos de hermanos del alma, también. Es probable que ambos, utilizando un dicho popular, “se vayan de rositas” de este embrollo, pero deberían ser borrados de nuestra historia.
¿Juan Carlos debe volver a la Zarzuela y encima cobrar de nuevo del erario público? Sería un insulto. ¿Rajoy debe conservar rango de Ex presidente? Parece evidente que no.
Malos tiempos para la lírica en nuestro país, cuando unos energúmenos acosan a una familia por defender sus derechos y dos caraduras continúan su fuga hacia adelante sin sonrojarse.
Espero que a partir de ahora todos, especialmente los poderes públicos, desde Pere Aragonés, Pablo Casado, Pedro Sánchez a Felipe VI, estén a la altura de las circunstancias. Veremos.