Iglesias, Maíllo y Rodríguez, en una imagen de archivo.
Iglesias, Maíllo y Rodríguez, en una imagen de archivo.

En los últimos meses Izquierda Unida se ha visto envuelta en un desagradable conflicto provocado en el seno de Podemos. De manera telegráfica, los sucesos han sido los siguientes:

Las elecciones generales de 2015 alejan el objetivo de que Podemos se convierta en la fuerza hegemónica de la izquierda; hay una llamada a la confluencia de las fuerzas de izquierda (IU y Podemos) que cristaliza en la coalición Unidos Podemos. Las sucesivas elecciones de 2016 y las dos de 2019 evidencian el agotamiento del movimiento político surgido de la ola de indignación popular durante la crisis de 2008. Ni siquiera el convertir el feminismo, en vez del regeneracionismo de las instituciones políticas que configuró el centro discursivo del movimiento 15M, en eje vehiculador de la izquierda (simbólicamente la coalición pasó a llamarse Unidas Podemos), sirvió para frenar la caída de apoyo popular. En el seno de Podemos surgen disensiones; personas relevantes del proyecto político inicial abandonan el partido llegando a constituir nuevas organizaciones que compiten con Podemos en las elecciones.

En Andalucía, el grupo de Anticapitalistas que controla el aparato orgánico de Podemos inicia un pulso con el sector oficialista de Pablo Iglesias, con el argumento de obtener mayor autonomía política para la organización andaluza. Por otro lado, con el fin de conformar un potente espacio de confluencia en la que incorporar al proyecto de Unidos Podemos otros actores de la izquierda andaluza (fundamentalmente diversas corrientes del Andalucismo) y superar los 30 años de gobierno socialista en la Junta de Andalucía, IU y Podemos promueven la coalición Adelante Andalucía bajo cuyas siglas se concurrirá a las elecciones andaluzas de 2018.

En las elecciones generales de 2019, la cúpula Anticapitalista de Podemos pretende que en Andalucía se concurra con la marca Adelante Andalucía en vez de Unidas Podemos. La iniciativa es rechazada por IU y el Federal de Podemos. Tras las elecciones de noviembre de 2019 se abre la posibilidad de que Unidas Podemos pase a formar parte del gobierno de España; se celebran consultas en Podemos e IU con el apoyo mayoritario a la conformación de un gobierno con el PSOE; el grupo de Anticapitalistas liderado en Andalucía por Teresa Rodríguez se posiciona contra todo acuerdo con el PSOE dándose la paradoja de que la cúpula orgánica del partido adopta una posición contraria a la mayoría de las bases.

En 2020 se inicia el proceso de renovación de los cargos de la coordinadora andaluza de Podemos; Teresa Rodríguez no se presenta a la reelección frente al equipo de Martina Velarde, apoyada por Pablo Iglesias. Sin embargo, la pandemia paraliza el proceso de renovación. Anticapitalistas pierde el control orgánico de Podemos Andalucía pero, aprovechando el vacío de poder abierto como consecuencia del estado de alarma, se lanza a controlar el poder institucional en el seno de Adelante Andalucía. Sin contar con la posición de IU y la nueva coordinadora de Podemos, maniobran para hacerse con el control de los recursos económicos y de comunicación del grupo parlamentario: registran Adelante Andalucía como partido político, dejan de cumplirse los acuerdos económicos establecidos en el seno de la coalición, expulsan a IU del control de las redes sociales y sustituyen la portavocía del grupo parlamentario hasta ese momento en manos de Inma Nieto (IU). Finalmente, ante la gravedad de los acontecimientos, la coordinación andaluza de Podemos (a través de los parlamentarios de IU) registra en el parlamento la solicitud de declarar a los parlamentarios de Podemos del grupo de Adelante Andalucía afines a Teresa Rodríguez como tránsfugas por no acatar las directrices del partido.

Hasta aquí, el enunciado de los sucesos cuya conclusión es la ruptura de Adelante Andalucía como espacio de confluencia; espacio que tanto trabajo, energías e ilusiones ha supuesto para muchos militantes de IU y Podemos y que ha sido tirado por la borda por las decisiones adoptadas por Anticapitalistas, para mayor gloria de las fuerzas conservadoras y neoliberales de Andalucía.

La explicación dada a los medios de comunicación por parte de Anticapitalistas para justificar estas decisiones no dejan de ser una cortina de humo para desviar la atención sobre el verdadero núcleo de la cuestión: su pérdida de control del aparato de Podemos Andalucía y la apropiación de los recursos y espacio institucional obtenidos por IU y Podemos bajo la marca Adelante Andalucía para garantizar la supervivencia de Anticapitalistas como partido independiente. Lo demás es amarillismo de tertulias políticas y victimismo twitero.

Pero entremos en los argumentos esgrimidos por Anticapitalistas para justificar lo injustificable, en un ejercicio dialéctico de refutación que sacará a la luz el debate ideológico subyacente. En esencia Anticapitalistas plantea dos cuestiones justificativas; la primera es que Adelante Andalucía nació con la intención de constituirse en «sujeto político andaluz» pero que tanto IU como Podemos estaban abortando el proyecto, por lo que era necesario dar un golpe de timón para devolver Adelante a su sentido original. La segunda cuestión es que la ruptura de Adelante había sido provocada por IU para allanar las condiciones para un futuro pacto de gobierno con el PSOE.

Ya dijimos más arriba que Adelante Andalucía nace como un espacio de confluencia de la izquierda andaluza para concurrir a las elecciones autonómicas, pero que de ninguna manera confrontaría con Unidas Podemos en unas elecciones generales o sería la marca de Unidas Podemos en Andalucía ante unas elecciones generales. Quien rompe la coalición y pervierte el sentido inicial del proyecto político de Adelante es precisamente Anticapitalistas quien, apropiándose de marca y recursos, pretende convertir Adelante en una especie de CUP andalucista. El argumento político implícito es la idea de que con representantes "andaluces" en el Congreso (y por “andaluces” entiéndase afines a la agenda marcada por Anticapitalistas) se lograrán mejoras para Andalucía, siguiendo la estela de otros partidos nacionalistas.

Pensemos un momento lo que implica esta visión política del país. ¿Estamos defendiendo un modelo de Estado debilitado en el que los distintos territorios compiten en ver quien se lleva el trozo más grande?, ¿Se va a conseguir las reformas institucionales que este país necesita para afrontar los desafíos del capitalismo 4.0 (que ya está aquí), desde una perspectiva fraccionaria en la que cada territorio pelea “por lo suyo”?, ¿se persigue simplemente el uso de las instituciones como táctica para la desestabilización del Estado? No voy a negar que esta estrategia le ha dado muchísimo juego a nacionalistas vascos, catalanes y canarios y que Andalucía parece que sólo importa en periodo electoral por su peso poblacional. Pero el proyecto de país que venimos defendiendo desde IU desde hace más de 30 años no pasa por instrumentalizar los nacionalismos como herramienta de desestabilización, sino en la construcción de una España con capacidad de integrar la diversidad territorial y cultural existente en un modelo de Estado fuerte pero descentralizado que facilite el desarrollo de las fuerzas productivas del país. Este fue el objetivo político de Adelante Andalucía; el llevar a la praxis el lema inscrito en nuestro escudo de "Andalucía, por sí, por España y la Humanidad" y no el "por sí, para sí, contra España y por la nada".

Respecto al segundo argumento, es más que evidente que IU forma parte junto con PSOE y Podemos del gobierno de coalición del país, lo que es compatible con el posicionamiento que mantuvo la organización en el seno de Adelante Andalucía en relación con la posibilidad de pactar un gobierno con el PSOE presidido por Susana Díaz tras las elecciones de 2018. ¿Alguien duda de lo contrario después de la experiencia de gobierno conjunto de la legislatura anterior? Pero el elevar el “no pactar con el PSOE” al nivel de categoría ideológica requiere de un análisis más pausado.

Para Anticapitalistas (y una parte importante de la izquierda, no lo vamos a negar) el PSOE es el “partido del régimen” por antonomasia; una suerte de partido de Estado al servicio de determinadas oligarquías nacionales vinculadas a determinadas fracciones del capital internacional, que les permite la implantación de las regulaciones del FMI evitando las movilizaciones de las clases populares.

IU y PSOE llevamos casi medio siglo de relaciones políticas. Hemos confrontado en el referéndum de la OTAN, en los procesos de desindustrialización y privatizaciones del sector público, en el Tratado de Maastritch, en la estrategia para afrontar la crisis del 2008… En Andalucía hemos soportado los años de «rodillo socialista», la marginación de muchos municipios gobernados por IU por parte de las diputaciones y gobierno regional en manos socialistas, las insidias y bloqueos en el periodo de cohabitación en el gobierno de la Junta de Andalucía. Pero desde IU mantenemos un profundo respeto por un PSOE que guarda en su interior una de las grandes tradiciones de la izquierda y que ha permitido enormes avances sociales en este país. Una organización con la historia y el peso institucional del PSOE no se puede tratar de una manera simplista y, desde luego, nadie en este país tiene la potestad de dar carnet de izquierdas a nadie (y menos los Anticapitalistas).

El debate sobre el pacto con fuerzas políticas de la burguesía ya se mantuvo durante la Segunda Internacional. Sería interesante que los líderes de Anticapitalistas dejaran por un momento los escritos de Trosky y se leyeran los posicionamientos de Kautski o los debates de Rosa Luxenbugo frente a Berstein en los congresos de la Internacional. La misma Luxemburgo escribió en Reforma o Revolución (1899): "La lucha cotidiana por las reformas, por el mejoramiento de la situación de los obreros en el marco del orden social imperante y por instituciones democráticas ofrece a la socialdemocracia el único medio de participar en la lucha de clases obrera y de empeñarse en el sentido de un objetivo final: la conquista del poder político y la supresión del trabajo asalariado. Entre la reforma social y la revolución existe para la socialdemocracia, un vínculo indisoluble. La lucha por las reformas es el medio; la revolución social, el fin".

De la Segunda Internacional, y tras la revolución soviética, surge una escisión que se materializaría en la tercera internacional (la Komiterm), controlada por la burocracia de Stalin, a donde se adscribirían organizaciones como el Partido Comunista de España (PCE). IU surge en un contexto todavía marcado por la guerra fría, cuando se vislumbraba el colapso de la URSS. Más que como instrumento de supervivencia del PCE en la joven democracia española de los 80, IU supone la superación del stalinismo, sin renunciar al marxismo como método de comprensión de la realidad, y una apertura a la unidad de las distintas corrientes socialistas en puertas de una nueva fase de expansión capitalista. Es evidente que el PSOE de 1980 no era el PSOE de Largo Caballero, que las bases Krausista del socialismo español se veían ahora influenciadas por una potente corriente liberal que ha ido ganando peso con el transcurso de los tiempos. La derechización del partido socialista, su alianza con sectores liberales y conservadores del país y la entrega a la dinámica del orden liberal internacional en estas últimas décadas ha sido más que evidente. Pero ello no ha impedido que existan espacios comunes entre ambos partidos para el diálogo y la acción común en reformas que beneficien a las clases populares.

En la actualidad PSOE e IU compartimos un mismo proyecto social e incluso territorial para España. Con seguridad disentimos en conceptos como el de soberanía, modelo de Estado o el grado de asimilación del país a las dinámicas del “imperio americano” (se visualiza al PSOE como la franquicia española del Partido Demócrata de EEUU). Los conflictos tácticos son numerosos y nuestra defensa de un sector público potente contrasta con los posicionamientos de su rama socioliberal.

Ahora bien, ¿a estas alturas van a venir los Anticapitalistas a juzgar casi 100 años de debates políticos entre nuestras dos corrientes de la izquierda?, ¿Acaso no entienden que su teoría de la "revolución permanente" ha sido ampliamente superada por la Historia?, ¿que sólo conducen al jacobinismo, al nihilismo, a la frustración de las clases populares y, a la postre, a la victoria de las fuerzas conservadoras?

La negación a pactar con el PSOE junto con la exacerbación mitinera del andalucismo nos retrotraen a los debates de la Segunda Internacional. La Segunda Internacional fue derrotada por la hegemonía del nacionalismo frente al concepto de clase en el contexto de la primera guerra mundial. El concepto de "sujeto político andaluz" no es más que otro “significante vacío” tan del gusto de esa izquierda postmoderna que renuncia a los relatos de la historia.

En las últimas elecciones andaluzas el "sujeto andaluz" que representa el PSOE obtuvo el refrendo de un millón de votos. Un sujeto andaluz aferrado al poder de la Junta de Andalucía, profundamente conservador, agotado en sí mismo y sin soluciones para los problemas históricos de Andalucía. Para hacer frente a este sujeto político y el avance de la derecha construimos Adelante Andalucía. Gracias al trabajo de cientos de militantes de IU y Podemos, Adelante consiguió el apoyo de 580.000 andaluces que confiaron en un proyecto socialista de perfil andalucista para nuestro autogobierno. Al sujeto político "andaluz-anticapitalista" no lo votó nadie. Ya está bien…

Jesús Parra Orellana, coordinador local de IU Jerez

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