La política se basa en canalizar sentimientos; y en todas las sociedades existen esos impulsos imparables de justicia, igualdad, equidad, empatía…y de ahí que la izquierda siempre esté presente en mayor o menor medida en la vida pública, social y política en las sociedades.
Las personas votan a la izquierda porque creen en los valores que representamos. Saben que una sociedad mejor, que sin duda alguna vendrá de la mano de aquellos que gobernando abren la puerta a nuevos derechos y oportunidades, no se conseguirá sin la política, y están dispuestos a poner su grano de arena para conseguirlo.
Desde el gobierno se pueden cambiar las cosas, los socialistas lo sabemos muy bien. Es desde el gobierno donde se construye el sistema de pensiones, la sanidad y educación pública, el derecho de todas las personas para amar libremente y en igualdad, los derechos de las mujeres, el derecho a una muerte digna y sin dolor…en definitiva, es desde el gobierno donde se construye un país mejor.
Por desgracia, hay una parte del electorado de izquierdas que ha perdido el rumbo, que se ha aislado y desconectado completamente de la verdad y cuyas conductas solo hacen un flaco favor a sus propias ideas.
Hablamos de la izquierda más radical. Es legítimo el querer reformar el sistema democrático español, también lo es el no sentirse monárquico o no simpatizar con ciertos aspectos de la actual constitución; pero hay una parte importante de la izquierda más a la izquierda del PSOE, que está soñando despierta preocupantemente.
La izquierda gana cuando ilusiona. Hay que ilusionar a los ciudadanos con reformas que después se puedan lograr; de nada sirve hacer falsas promesas y crear ilusiones ficticias. Podemos ha pecado en ese sentido, en querer ilusionar con imposibles tales como el impago de la deuda, el salario social, el fin del nepotismo…y demás medidas que sobre el papel son intachables y en la realidad son imposibles. Esto es un peligroso cóctel de electoralismo y soñar despierto.
El problema de soñar despierto es que una vez demostrado que no se puede, hacen parecer inútil a la izquierda. Todos queremos un país con pleno empleo, 0 violencia machista, sistemas públicos inmejorables…pero prometer la utopía sale caro. Que se lo digan a Podemos.
Es por esto por lo que hay que reivindicar más que nunca el papel del PSOE dentro de los espectros electorales de izquierdas. Porque somos el partido que sueña con los pies en la tierra, como decía uno de los eslóganes electorales del PSOE en 2008.
Citando al presidente del gobierno, Pedro Sánchez: “Propusimos, prometimos desde la oposición e hicimos desde el gobierno: La sanidad pública, la educación pública, la ley de dependencia, la ley de lucha contra la violencia de género, la ley de igualdad entre hombres y mujeres, la ley de interrupción voluntaria del embarazo, la ley de memoria histórica, la ley de matrimonio entre personas del mismo sexo, el final del terrorismo etarra…tuvieron unas siglas que fueron las del Partido Socialista Obrero Español. Así que ninguna lección al PSOE, ninguna.”
Por supuesto que debemos de soñar, faltaría más. Sin los sueños y aspiraciones de un país más justo e igualitario perderíamos nuestra seña de identidad. Pero es importante soñar con los pies en la tierra, para poder lograr aquello que se promete y que tus palabras no caigan en saco roto.
Ante los populismos que solo sueñan, existe una izquierda social, transformadora y de gobierno. Así debe afrontar un votante de la izquierda la decisión de por qué partido decantarse, si por imposibles o por realidades.