Desde hace unos años impulsada por el Ayuntamiento de la ciudad y con el apoyo de diferentes colectivos e instituciones de distintos rincones de la provincia, se ha venido proponiendo que Jerez aspire a la Capitalidad Europea de la cultura que, en 2031, corresponde a una ciudad española, como ha anunciado la Unión Europea. A nuestro entender, existen muchas razones para que Jerez apueste por esta iniciativa para la que cuenta con sobrados valores.
Antes incluso de que existiera Jerez ya Roma se había asentado en nuestros campos, conectando el fin del mundo conocido con todo el Mediterráneo. Aunque fue en la Edad Media cuando la relación de Jerez con Europa se hizo frecuente, intensa y duradera. Numerosos mercaderes y banqueros visitaban o se establecían en la ciudad, atraídos por las posibilidades comerciales de la misma, en especial por el oro del vino, que enviaban como preciado tesoro a sus países de origen. Génova y Ámsterdam, Sicilia e Inglaterra se plantaron con fuerza en las calles jerezanas, hasta tal punto que el flamenco José de Arce talló buena parte del retablo de San Miguel o el francés Cristóbal Voisín hizo la sillería coral de La Cartuja.
Los siglos XVIII, XIX y XX no hicieron sino acentuar el proceso, de entrada y salida de Europa hacia y desde Jerez, en un trasvase económico y cultural muy intenso que ha llegado hasta nuestros días.
Además, Jerez es una de las cunas de un fenómeno cultural de difusión mundial llamado flamenco. Su implantación universal y el crecimiento sostenido en las emociones de los que lo conocen, hace que sea una de las aportaciones culturales más exportables que tiene Andalucía y España.
A los valores culturales, históricos y patrimoniales, algunos conservados desde la Prehistoria, que por sí solos, ya justifican la candidatura a la capitalidad cultural, hay que sumar la riqueza natural, ecológica y paisajística de nuestro territorio que complementan también sus potencialidades de cara a lograrla.
En este ámbito, cobran especial relevancia los Montes de Propios de Jerez, finca de propiedad municipal con una superficie cercana a las 7.000 hectáreas, que forman parte del Parque Natural de los Alcornocales, constituyendo una de sus zonas de mayor biodiversidad y disponiendo de una completa y atractiva oferta de uso público que habrá que ampliar en los próximos años. De gran valor ecológico son también nuestros humedales, así como las riberas de los ríos Guadalete y Majaceite, auténticos corredores naturales para la fauna y vegetación entre los distintos espacios geográficos de la provincia. Sobre el Guadalete se proyecta el Sendero Fluvial entre el Puerto de Santa María y Jerez que debe ser una realidad en los próximos años. Como lo debe ser la prolongación de la Vía verde de la Sierra desde Jerez hasta Arcos y Puerto Serrano cuyo estudio de factibilidad ya se ha realizado y que podrían ser una importante baza de nuestra candidatura.
Con todo, es la campiña, ese territorio intermedio entre las sierras y la costa, el que mejor caracteriza a nuestra comarca, dotándola de un singularidad geográfica y paisajística propia. Aquí se mezclan los poblados de colonización del valle del Guadalete, salpicados de las infraestructuras de regadío, con las grandes dehesas y cortijos en las tierras de secano. Y aquí deslumbran las lomas de suelos de albariza donde se asienta el viñedo tradicional jerezano, muestra emblemática de un “paisaje cultural” producto del trabajo combinado de la naturaleza y el hombre a lo largo de siglos. Si William Shakespeare, a través de Fasltaff, dio fama mundial a nuestros vinos, Cervantes hizo lo propio con nuestros campos cuando en su Don Quijote de la Mancha, los calificó como "los elíseos jerezanos prados;" recogiendo así una tradición literaria que viene de antiguo y que expresa, de esa manera tan rotunda, la fertilidad de nuestras tierras y la belleza serena de los paisajes de la campiña.
Todo ello, no hace sino apuntar a un reto de futuro que debe ser tenido en cuenta en este proyecto de capitalidad por el que apostamos. Si el comercio del vino y la actividad turística vinculada a las bodegas, han ido consolidándose paulatinamente en las últimas décadas como fuente de riqueza, aún está pendiente el desarrollo de una tercera dimensión: la del enoturismo ligado a las rutas del vino, a las visitas a los viñedos y casas de viñas, a la valorización de nuestros paisajes vitícolas. Cortijos, casas de viñas, y otros elementos singulares constituyen un patrimonio rural disperso que pueden contribuir a completar esta revalorización de nuestros paisajes culturales.
La candidatura a Capital Europea de la Cultura propuesta desde Jerez, pero compartida con toda la provincia, será un ejemplo de unidad y cohesión adaptado al trazado que Europa está diseñando.
Para fortalecer y mejorar la unidad europea, se está poniendo en valor la llamada cultura transnacional como eje vertebrador de futuro. Eso nos muestra un camino abierto y la salida a la coyuntura que estamos experimentando. Esta perspectiva aprecia lo que une, para que las administraciones públicas dinamicen un modelo de convivencia y de desarrollo basado en el abundante caudal cultural compartido.
El hecho de que gobierno municipal haya retomado esta iniciativa es una muestra de compromiso con nuestros valores patrimoniales y de madurez democrática.
España tiene el encargo de la Unión Europea para seleccionar una Ciudad española en el año 2031. Es la hora para destacar la riqueza y la diversidad de las culturas de Europa que Jerez representa.