El 3 de abril de 1979 se celebraron las primeras elecciones municipales democráticas en Jerez —y en el resto de España—, tras la dictadura franquista. Han transcurrido 43 años y medio desde entonces, y ya tenemos perspectiva suficiente para valorar algunas fuerzas, debilidades, esplendores y delirios de la gestión local a lo largo de este tiempo.
Sin entrar en valoraciones puntuales de cada una de las legislaturas, ni siquiera de cada alcalde y posteriores alcaldesas —ello sería largo y farragoso—, sólo señalaré que este gran lapso de tiempo ha tenido la siguiente distribución cronológica:
1- Alcaldías de Pedro Pacheco Herrera, en coalición o monocolores (PSA o PA), de 1979 a 2003... 24 años.
2- Alcaldía de María José García-Pelayo (PP) en coalición con Pedro Pacheco, de 2003 a 2005… 2 años.
3- Alcaldía de Pilar Sánchez Muñoz (PSOE) en coalición con Pedro Pacheco, de 2005 a 2007, y después de 2007 a 2011… 6 años.
4- Alcaldía de María José García-Pelayo (PP) de 2011 a 2015… 4 años.
5-Alcaldías de María del Carmen Sánchez Díaz (PSOE), de 2015 a 2022... 7 años.
Conviene dejar también claro que, con datos del Observatorio Ciudadano Municipal de Jerez, la deuda al final de las Alcaldías de Pedro Pacheco en 2003 ascendía a 239 millones de euros, en un plazo de 24 años (el 56% del tiempo de gobierno democrático en Jerez) y que de 2003 a 2020 la deuda ha ido aumentando hasta alcanzar 1.006 millones de euros (creciendo 767 millones de euros en sólo el 37% del tiempo de gobiernos locales democráticos).
En la era primera de Pedro Pacheco (1979-2003) se realizó un esfuerzo sostenido por la renovación y construcción de las infraestructuras básicas de funcionamiento urbano —que estaban en situación de abandono— relativas a agua, alcantarillado, iluminación, asfaltado, limpieza, transporte urbano, parques y jardines, etc., y hubo en esos años importantes acentos en el fortalecimiento del ciclo festivo —en especial la Semana Santa y la Feria de Jerez— y en la creación de un nuevo estímulo emblemático para la ciudad, como es el Circuito de Jerez. El camino de lo emblemático falló en el desarrollo final de otros grandes proyectos como Sherryworld y años después —en un segundo intento parecido— Equinoccio y Speed Festival, aunque al final de los mandatos de Pedro Pacheco sí culminó algún otro hito puntual importante, como los Juegos Ecuestres Mundiales de 2002, que llevaron asociadas mejoras e inversiones deportivas diversas.
La planificación urbanística fue notable ya desde los años 80, y sin embargo en ella prevalecieron a menudo consideraciones técnicas y económicas, por encima de otras de carácter social y cultural, lo que devino en la construcción de una urbs más que de una civitas jerezana, esta última bastante limitada al fortalecimiento de las redes asociativas más tradicionales: peñas flamencas, hermandades, etc.
Los gobiernos posteriores a Pedro Pacheco han ido haciendo crecer una deuda que realmente no ha tenido un reflejo importante en la ciudad, al punto de que muchos ciudadanos seguimos sin comprender el destino final de ese gasto creciente. Ciertamente, el esfuerzo de contención ha terminado por imponerse, urgido más por mandatos del Ministerio de Hacienda que por voluntades propias, y los últimos años, especialmente con los gobiernos del PSOE, han supuesto un camino de cierta contención y cierto aminoramiento de la abultadísima deuda pública jerezana. Así, el Ayuntamiento de Jerez prevé cerrar 2022 con una deuda financiera que rondará los 872,2, millones de euros, cantidad que a su vez es aproximadamente 16,9 millones de euros más que a finales de 2021.
Y algunos intentos de “saneamiento financiero municipal” son seriamente cuestionables: la venta de la empresa municipal más rentable —Aguas de Jerez—, a cambio de una cantidad muy moderada de dinero que finalmente se diluyó en el tiempo, supuso a la larga una pérdida importantísima en el funcionamiento del holding municipal y sus finanzas. Y el despido, en pionero ERE público, de 260 trabajadores —entre ellos quien suscribe— aduciendo razones de operatividad y economía tampoco logró la operatividad o la reducción económica que exponían los discursos. La reducción de unas nóminas a cero sirvió, en buena medida, para engrosar otras nóminas municipales con complementos diversos. Y generar insuficiencias de personal en numerosos servicios locales. Ambas operaciones fueron realizadas por el PP.
Si uno quiere hacer un balance de criterios para el futuro de una ciudad como Jerez, cuando nos quedan además sólo unos meses para una próxima cita electoral el 28 de mayo de 2023, las primeras conclusiones son fáciles de detectar. Un avance sólido requiere, en mi opinión:
—Continuar el desarrollo de las infraestructuras básicas de redes de funcionamiento urbano, cuya inversión y mantenimiento se han visto comprometidas en los últimos 15 años (por la creciente crisis económica y subsiguiente disminución de ingresos urbanísticos municipales).
—Promover redes de comunidad con una perspectiva mucho más amplia que las de asociacionismos tradicionales religioso-folklórico-festivos, que son todavía la casi única urdimbre del tapiz jerezano.
—Lograr que territorios más depauperados tengan nodos reales de participación comunitaria, con una oferta integrada y consolidada de servicios municipales, más allá de lo deportivo, y lograr que sectores hoy desenganchados de ciertas formas de participación encuentren cauces para expresar su cultura y su modernidad, especialmente los más jóvenes.
—Y hacer todo lo anterior sin abandonar la senda de aminorar el peso de la deuda municipal actual, esa losa que todavía sirve a veces de excusa para tantas cosas.
Y para todo ello, resulta imprescindible una gestión más avanzada de las diversas ayudas andaluzas, españolas y europeas, que integren inversiones en programas comunitarios locales.
No es tarea fácil, pero creo que quizás esos sean algunos retos importantes para el futuro de Jerez.