El Xerez CD acumula una deuda con Hacienda de 10,3 millones de euros que, a día de hoy, no puede afrontar. Debía reunir 130.000 euros para desbloquear los derechos federativos, tramitar la licencia de los futbolistas y así comenzar la competición y no lo ha conseguido, quedándose sin jugar durante la primera jornada de Liga.
Sus problemas con el fisco no han nacido de la nada, vienen de largo y son el resultado de años y años de una pésima gestión empresarial siempre a la sombra de un financiero de dudosa reputación como Luis Oliver. Pueden atestiguar cómo se las gasta este señor sin colores ni sentimientos, trilero de las finanzas, en Cartagena, Sevilla y Córdoba. Pregunten allí a las aficiones a ver qué les cuentan. Lo anticipo, nada bueno. Hoy el Xerez CD pende de un hilo y reza para que algún salvador ponga dinero encima de la mesa y lo resucite.
Ese salvador milagroso no debe ser jamás, bajo ningún concepto, en ninguna circunstancia, nuestro Ayuntamiento. En primer lugar porque el Ayuntamiento de Jerez, con una deuda total cercana a los 1.000 millones de euros (50 de ellos en facturas en el cajón), no está en una situación financiera de salvar a nadie, suficiente tiene con salvarse a sí mismo si es que en algún futuro distópico lo consigue.
En segundo lugar, porque los ayuntamientos no están para rescatar a las empresas privadas de sus gestiones fraudulentas y perversas (el Xerez CD ha dejado de pagar a tantos y tantos profesionales que faltan manos para contarlos), sino para dar respuesta a las necesidades más básicas de los vecinos y vecinas de la ciudad. Esa es la prioridad.
Las deudas de los grupos empresariales que gestionan el Xerez CD y que dirigen personajes de la calaña de Oliver deben pagarlas ellos de sus bolsillos, no el conjunto de la población. Deben pagar cuanto antes todo el dinero que adeudan al fisco y a los profesionales que trabajaron en el club, y no hacer partícipe a los bolsillos de los jerezanos y jerezanas de las ínfulas pretenciosas de los especuladores de turno. Ya se nos ha robado bastante.
Hace una década algunos ya avisábamos de que este tipo de empresarios oportunistas no sienten ni padecen. Son camaleones. Les da igual el color azul, que el amarillo, el verde o el rojo. Cambian de bufanda como de corbata. Detectan, cual carroña, un club agonizante en la lona, lo exprimen, lo saquean, juegan con los sentimientos de la afición y con la esperanza de un buen puñado de familias (pobres jugadores, de verdad), y cuando tienen los bolsillos llenos, se largan dejando atrás un reguero de deudas y sufrimiento. Hace años parte de la afición se percató de la situación y se lo montó por su cuenta, de forma asamblearia. Hicieron bien. Ojalá les dure.
Por una vez estoy de acuerdo con el gobierno local, que está siendo sensato marcando unos límites muy claros. ¿El Xerez CD quiere jugar? Pues que aclare su situación con Hacienda y con la AFE, como marca la ley. Ni más ni menos. Que pague todo lo que debe, que es mucho y que asuma sus responsabilidades.
Y que deje de culpabilizar a todos de una administración nefasta; porque al Xerez CD no se lo ha cargado la gente que habita sus gradas, se lo han cargado los de siempre: los tiburones de guante blanco, desalmados sin escrúpulos, traficantes de emociones a los que la afición nada les importa. Al Xerez CD se lo ha cargado el capitalismo salvaje.