La alegría también cura, dicen por la radio, refiriéndose al cáncer. Y la investigación, pienso mientras la escucho. La frase forma parte de una campaña de la Fundación Juegaterapia que busca concienciar sobre el cáncer infantil y sobre la importancia de tener una actitud positiva durante el tratamiento de una enfermedad en la que, en los últimos años, se ha avanzado. Hace cinco años el índice de supervivencia entre niños menores de catorce años era del 55%. Hoy es del 80%. Ojalá pronto sea del 100%.
“Está demostrado que las personas que afrontan situaciones complicadas como el estrés de la enfermedad desde una actitud positiva sufren menos síntomas depresivos y de ansiedad, lo que conlleva una mayor recepción al tratamiento”, asegura el hemato-oncólogo infantil Luis Madero. La alegría cura. Los expertos lo corroboran. Lo que no curan son los recortes y la falta de recursos sanitarios a los que estamos abocados desde que comenzó la crisis eterna en la que llevamos instalados desde hace más de una década.
¿Quién no conoce a algún amigo, familiar o vecino que haya pasado por un cáncer? Pocas personas pueden responder de forma negativa a esta pregunta. Las cifras dan miedo: cada año se detectan 275.000 nuevos casos de cáncer en España, unos 1.000 de ellos entre menores de edad. Actualmente hay 42 proyectos de investigación, con un presupuesto de nueve millones de euros, según contabiliza la Asociación Española contra el Cáncer, que espera que para 2030 el porcentaje de supervivencia esté en torno al 70%, frente al 53% de la actualidad.
Para llegar a ello solo hay un camino: redoblar la apuesta en investigación. “España tiene que apostar por prevenir, atender más y mejor e investigar”, dice la Asociación Española Contra el Cáncer, que apuesta por duplicar la inversión en investigación en los próximos años. El año 2017 fue de récord, con más de 140 millones de euros destinados a investigar el cáncer en España —entre aportaciones públicas, privadas y fondos europeos—, pero lo cierto es que el 76% de los ensayos clínicos responden a necesidades de la industria farmacéutica multinacional —en Francia son el 49% y en Países Bajos, el 56%—. Del bienestar de los pacientes, ya tal.
La inversión pública para investigación del cáncer, durante la crisis, se ha estancado, y ha aumentado un 178% la procedente de donaciones privadas y un 46% la procedente de fondos europeos. Es cierto, la alegría cura, pero no hay que escatimar esfuerzos y seguir investigando. La lacra del cáncer solo se combate con la financiación adecuada, sin escatimar esfuerzos, ni recursos oncológicos para unos pacientes a los que la incertidumbre les corroe cada día que pasan con el bicho en su interior. Por eso alegra tanto conocer a gente que supera el dichoso cáncer y reinicia su vida. Enhorabuena, amiga.
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