Al vivir fuera de Cádiz hacía algunas ediciones que no acudía a la Feria del Libro de la capital gaditana. En estos días he tenido la oportunidad de ir y he de decir que me ha decepcionado. Las ferias del libro son uno de los eventos culturales más importantes del año en cada lugar que se celebran. Son una gran oportunidad para poner en valor el trabajo de escritores, autores, editores, libreros y de todos los que forman parte de un sector tan complicado como el de los libros. Y también son una gran oportunidad para que los lectores disfruten de su gran pasión. No es que haya acudido a muchas ferias del libro de otras ciudades, pero en las pocas a las que he podido asistir he notado diferencia con respecto a la gaditana. Diferencia de afluencia, entusiasmo e implicación.
El sitio en el que se celebra, el Baluarte de la Candelaria, es privilegiado. Poder pasear por los diferentes stands viendo el mar al mismo tiempo que los libros es una combinación perfecta, que relaja e inspira. Pero falta algo en el ambiente que no permite disfrutarla. Y faltan librerías. No es normal que apenas haya libreros de la ciudad en este evento, que debería ser una gran oportunidad para ellos. Esto se traduce en una clara muestra de que no les merece la pena acudir. Está claro que para montar un stand en la Feria del Libro, que implica tiempo y dinero, tiene que salir rentable. Y que las librerías de la ciudad no acudan, dice mucho de lo poco que les interesa este evento. No quiero dejar pasar la oportunidad de reconocer el trabajo de los libreros que sí están estos días allí. Son pocos pero son quienes hacen que este evento pueda existir. Ánimo, porque seguro que no está siendo fácil.
A esto hay que añadir la mala suerte. En estos días se ha anunciado la ausencia de algunos escritores que iban a acudir a presentar y firmar ejemplares de sus novelas. Algo que conlleva que haya quien decida quedarse en casa al saber que escritores como Juan José Millás no van a estar en el Baluarte.
Da pena ver cómo estos días los autores están solos esperando a que alguien se acerque ya no solo a comprar sus libros, sino a conversar con ellos. Quizá ha sido casualidad encontrar así de decaída la Feria del Libro de Cádiz. Quizá he acudido el día y la hora en los que aquello estaba más vacío. Quizá en otros momentos esté repleta. Pero creo que no me equivoco al afirmar que en Cádiz casi todos los eventos relacionados con la cultura necesitan más implicación por parte de todos. También por parte de los ciudadanos. Estamos a tiempo de darle algo más de vida a la Feria del Libro de Cádiz, que termina el próximo domingo.
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