Son buenos recuerdos los que tengo como corresponsal. Han sido muchos años, primero como corresponsal de Diario 16 Andalucía y luego en varias etapas como colaborador de El Mundo de Andalucía.
Son buenos recuerdos los que tengo como corresponsal. Han sido muchos años, primero como corresponsal de Diario 16 Andalucía y luego en varias etapas como colaborador de El Mundo de Andalucía. Me enorgullezco de haber formado parte de esas dos redacciones y ahí quedan cientos de informaciones en las hemerotecas, hechas con libertad y valentía, con apoyo de los directores, redactores jefes y compañeros que daban el toque necesario para un mayor impacto mediático. Muchos de Diario 16 pasamos a El Mundo cuando el valiente periódico andaluz desapareció del escenario mediático de nuestra tierra. Gente a la que aprecio.
Me llega, a través de compañeros en las redes, el comunicado del comité negociador del expediente de regulación de empleo que, de materializarse, significaría el cierre de la Delegación de Andalucía. Y a través de Twitter las reacciones de apoyo de compañeros y por parte de algunos políticos que, honestamente, podrían haberse ahorrado por razones que ellos saben muy bien. Los trabajadores de elmundo.es han convocado por unanimidad huelga de 24 horas cada martes empezando el 3 de mayo. Exigen la retirada del ERE.
Ser corresponsal, un freelance, un colaborador literario, es un oficio de riesgo en el que te juegas la vida, físicamente. No hace falta irse a un escenario de guerra. Hay riesgos locales. He sido espiado, amenazado, maltratado por personajes de la mala política, y hasta llamaron una vez a casa para decir a mi familia que había muerto en un accidente de tráfico. Nunca perdonaré a aquellos que, creo, lo hicieron. Dios les dará un día su merecido y yo espero escribir sus epitafios.
¿Riesgo? Como aquel día que grabamos la primera entrevista para RTVE (1990) de los agentes encapuchados del Sindicato Unificado de la Guardia Civil (SUGC). Las tormentas de los 90 en Algeciras. Como aquella crónica para Radio Jerez (SER) a bordo del pesquero Manolo IV, en el Guadalquivir, en pleno conflicto pesquero. Un mercante estuvo a punto de hacernos zozobrar y las pasamos muy putas. Y yo sin chaleco salvavidas. Todo quedó grabado por la televisión local. Tengo el vídeo.
O el desastre de la mina de Aznalcóllar, y aquellas informaciones urgentes del accidente de autobús en la carretera N-IV en El Cuervo. A veces cuando las recuerdo en reuniones de amigos o familia veo caras de incredulidad, pero he pasado mucho. Esta profesión está llena de sinsabores y satisfacciones.
No os cuento más porque me reservo para un trabajo literario, hecho en buenos y malos tiempos. No hablaré nada más de mí, porque quiero hablar de los miles de compañeros que sufrimos la crisis y del talento que ha sido expulsado de las redacciones sin la más mínima misericordia. Es una pena que no hayamos articulado nunca una respuesta potente, una organización que defienda de verdad nuestros derechos, pisoteados en ocasiones. Se habla mucho de la crisis de los medios pero ¿quién habla de la crisis de los periodistas? No interesa.
Los que están lejos también forman parte legítima de las redacciones, aunque me temo que este colectivo constituye la parte mas débil del negocio, del derecho a la información libre y veraz que tiene la sociedad. La más precaria y maltratada laboralmente. Sin derecho a nada, salvo a la satisfacción de ver publicadas sus informaciones y las retribuciones, cortas. A menudo me acuerdo de compañeros que tuvieron que pedir préstamos para irse a países en conflicto y hacer piezas que han abierto muchos telediarios. Y algunos de ellos perdieron la vida en ello.
Hoy quiero acordarme de cómo asumí mi primera corresponsalía. Fue gracias a un excelente compañero y maestro, ya desaparecido, Manolo Yélamo. Fue en Radio Popular, gracias a Manolo (que me pasó aquella responsabilidad) pasé a escribir en Diario 16 Andalucía. Tiempos valientes, heroicos. Hasta que tuve mi primer ordenador portátil, un Bondwell de doble disquetera y módem a 1.200 baudios, dictaba las crónicas por teléfono a las eficaces secretarias o las mandaba por télex desde la oficina de Correos más cercana. Las fotos se mandaban por autobús. Hoy todo es muchísimo más fácil gracias a la tecnología, que no deja de avanzar.
Espero que muchos compañeros de El Mundo puedan salvar su puesto de trabajo, que el ERE se retire o que tenga el menor impacto posible y que el medio siga en marcha a todo trapo. De hecho, creo que hay muchos en ese empeño. No sé si lo saben, pero el actual director, David Jiménez, fue corresponsal en Asia. Desde abajo llegó a la cima, donde ahora lidia con la crisis. Mis mejores deseos para él, fuerza, libertad y ánimo en un trance complicado y triste. El Mundo ha prestado grandes servicios a la sociedad, a la democracia y a la lucha contra la corrupción. Ahora libra otra batalla muy dura. La suya. David peleará: es corresponsal.
Os dejo arriba un vídeo de mi apreciada amiga y compañera Mayte Carrasco, escritora y reportera freelance de guerra. Una de las mejores personas que conozco en esta profesión. Fue grabado el 26 de octubre de 2013 en el marco del Encuentro de Corresponsales ENACPEN: Corresponsalías y Periodismo en Crisis e Imagen Exterior de España. Lo que dijo Mayte sigue vigente. Mucho.
Si queréis más información: www.reportarte.es y www.corresponsales.org