La victoria del capitalismo, ilustrada en la caída del muro Berlín, supuso un cambio en la forma de entender el mundo, y quien mejor representa este cambio es la parte que salió derrotada. Por ello, desde 1980, la izquierda ha sufrido una enorme transformación, pasando de la idea de revolución y lucha social, a pensar que, en las próximas elecciones, se debe votar a la socialdemocracia más liberal para evitar males mayores, siendo este, un mal de por sí.
Para entender mejor este desplazamiento gradual hacia la derecha, hay que comprender que vivimos inmersos dentro de una sociedad líquida y posmoderna, donde todo está mercantilizado, y por ello la imagen y el individualismo se convierten en fundamentales.
La ejemplificación de este cambio de era se puede encontrar en Madrid a comienzos de los años ochenta, es aquí cuando surge un movimiento conocido como la movida madrileña. Esta forma de entender la sociedad se estructuró desde una idea de contracultura, por ello, una gran parte de la izquierda ha usado este movimiento como bandera. Sin embargo, se encuadraba en una forma de asociación basada en la cultura y la imagen, dejando de lado todo tipo de lucha por las desigualdades sociales. De esa manera, esa misma izquierda no era consciente de estar sembrando el germen de la socialdemocracia liberal de hoy día.
A pesar de todo, la izquierda parecía unirse desde 1982 a 1996, para elección tras elección, proclamar presidente a Felipe González. Sin embargo, la carrera del socialista está llena de claros y oscuros. Fue capaz de sacar a Andalucía de la pobreza, y además logró que en España hubiera una sanidad y educación pública, pero todo ello se vio empañado por la corrupción y la guerra sucia contra el terrorismo.
De forma simultánea, la izquierda que tanto había luchado y sido perseguida durante la República, desaparecía. En el año 1986, el Partido Comunista de España se une a Izquierda Unida, para así formar un partido de nuevas izquierdas reformistas. La izquierda pasaba oficialmente de revolucionaria a liberal.
Asimismo, no sería hasta 2003 el momento en que la izquierda vuelva a llenar las calles. De nuevo contra Estados Unidos, de nuevo contra el brutal liberalismo económico. En aquel febrero el sector progresista se manifestó, desde el prisma reformista socialdemócrata, contra la invasión de Irak. Y como no, de nuevo perdió. José María Aznar decidió que España debía situarse como compañera de la gran potencia imperialista.
Y así llegaron los atentados de Atocha, sin lugar a dudas, el hecho más negro de la Democracia española. Provocados por Al-qaeda, por desgracia de muchos, quienes hubieran preferido otro grupo terrorista, lo cual define el todo vale al que nos estábamos adentrando en política.
Estos atentados llegaron a tres días de las elecciones generales, y la misma gente que se manifestó contra la guerra, fue a votar. De este modo, José Luis Rodríguez Zapatero lograba la penúltima esperanza que ha tenido la izquierda española.
Pero al igual que con las esperanzas anteriores, la izquierda volvió a quedar huérfana. En la segunda legislatura del Partido socialista llegaron los fantasmas. La crisis de 2008 resquebrajó la idea de izquierda, principalmente cuando Rodríguez Zapatero reformó la Constitución para que los primeros en cobrar fueran los bancos, todo ello durante una crisis que sumió a las clases medias y bajas en la pobreza.
El mismo PSOE que empezó siendo marxista, y que poco a poco se iba moviendo hacia el centro ideológico, acababa de demostrar que no tenía nada de socialista, ni de obrero.
Después de este giro parecía imposible que la sociedad posmoderna pudiera hacerle más daño a la izquierda. Y en esas, nació Podemos. Un partido que emocionó durante un par de meses, pero que cinco años después hace campañas electorales con fotos de dragones, dándole más importancia a resolver los problemas de la izquierdita liberal, que a resolver los problemas de los trabajadores.
Pero a Podemos no le gustaba la idea de ir desplazándose sólo hacía la derecha, prefería hacerle caso al pasado, y repetir la historia. De este modo, la Izquierda Unida que había acabado con el Partido comunista, se unía a la revolución de las sonrisas.
Pero a Podemos no le gustaba la idea de ir desplazándose sólo hacía la derecha, prefería hacerle caso al pasado, y repetir la historia. De este modo, la Izquierda Unida que había acabado con el Partido comunista, se unía a la revolución de las sonrisas.
Y la nueva izquierda no acaba aquí, se vienen nuevos tiempos, y en las universidades y barrios nacen nuevos movimientos, movimientos de «izquierdas», pero que dejan de lado la lucha contra las desigualdades, ya que para ellos, eso son cosas de pobres.
Así se llega al veintiocho de abril, día de las elecciones. Por ello, el obrero y socialista debería hacerle caso Ar chele vara, y votar al candidato que como tú, tenga el movistar plus pirateado. Y si no lo encuentras, acéptalo, ningún partido va a representar los intereses de la izquierda.