La mano que mece la cuna del capitalismo

Profesora en la Universidad de Sevilla. Doctora en Economía

Una mujer entra en una oficina de empleo en Andalucía.

Escribió el escocés Adam Smith, allá por 1776, en su obra titulada Una investigación sobre la naturaleza y causas de la riqueza de las naciones que el individuo que invierte en actividad económica “busca sólo su propio beneficio […] pero una mano invisible lo conduce a promover un objetivo que no encontraba en sus propósitos”, el de contribuir de esta forma, y sin ser consciente, al interés y bienestar de la sociedad. Lo que se interpreta como que el individualismo económico conduce al bienestar colectivo.

Quienes se autodenominan liberales económicos han hecho de esta “mano invisible” el mantra del capitalismo. He de reconocer el ingenio de estos liberales en cuanto al hecho de basar el fundamentalismo del libre mercado en esta cita del padre de la Ciencia Económica, tergiversándola para darle consistencia a su adoctrinamiento. Pues bien, resulta que estos defensores acérrimos de la no intervención del Estado en las cuestiones del mercado, han hecho uso del maniqueísmo y la perversión a la hora de interpretar la obra de Smith; o, lo que es incluso peor, de esa “mano invisible” -que sólo aparece en una sola ocasión en la obra-, pues no han considerado (no les interesa) el contexto en el que escribió el economista escocés ni el resto de la obra, que no es baladí. 

Señores liberales económicos, ¿saben ustedes que Adam Smith contempló la remuneración de los capitales? Dirán que sí (es lo que les interesa). ¿Pero saben que vinculó esa remuneración a la actividad económica que genera empleo? Sin embargo, en los tiempos que corren, la especulación económica, aquella muy alejada de la economía real y de la generación de empleo, ha adquirido un protagonismo incesante. Una especulación que, incluso, está presente en la propia teoría económica cuando establece que en el mercado de competencia perfecta se determinan los precios de equilibrio de los bienes y servicios: si hay un exceso de demanda y la oferta escasea, los productores aumentan los precios. ¿Es que se debe esta subida de precios al aumento del coste del factor trabajo o del factor capital? Se debe únicamente a la mera especulación. Extrapolando esto a un acontecimiento reciente, por poner un ejemplo, en plena pandemia, cuando las mascarillas pasaron a convertirse en producto indispensable de la cesta de bienes de las familias, los productores subieron de manera significativa su precio, especulando con un bien de primera necesidad. 

Ha sido la especulación lo que ha hecho que la gran banca haya aumentado sus beneficios en nada más y nada menos que un 33% de media en lo que va de año (en valores absolutos supone situarse en la colosal cifra de 16.000 millones de euros). El libre mercado, dirán los capitalistas. Un mercado en el que, por cierto, se produjo una intervención del Estado: el rescate bancario de 2012 con miles de millones de euros procedentes de las arcas públicas que no han sido devueltos. Por su parte, los beneficios de Repsol han aumentado más del 60% mientras los precios de la energía crecen hasta niveles sin precedentes. 

¡Grandes oligarcas y defensores del neoliberalismo! Explíquenle a la ciudadanía cómo ese dogma de la “mano invisible”, del que os habéis apropiado, hace que esos beneficios se traduzcan en mayor bienestar social. Un bienestar social que tiene como pilares básicos el acceso a la vivienda, la sanidad o la educación, tan hostigados en estos tiempos. Respecto a la educación, escribió Adam Smith que “Cuando más instruida está la gente menos es engañada por los espejismos del fanatismo y la superstición, que con frecuencia dan lugar a terribles perturbaciones entre las naciones ignorantes. Un pueblo educado e inteligente, además, siempre es más decente y ordenado que uno ignorante y estúpido”. Educación, educación y más educación para evitar las falacias y el fanatismo del capitalismo.

Mientras sean los mercados los que gobiernan a gobiernos, no se fomente la vinculación del capital a la economía real y los índices bursátiles sean considerados entre los indicadores económicos de referencia, no lograremos poner al servicio de las personas el capital y la actividad económica.

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