El mayo del 68 pasó y no pasó nada. O pasó y pasó todo. El lema que nos quedó, al menos a gente de una generación que ni lo vio ni lo vivió, fue que debajo de los adoquines estaba la playa. Quién sabe qué quería decir eso en realidad. Mientras intentamos averiguar si algún día llegaremos a esa utópica playa, no al menos antes de la fase tres, quizás deberíamos entender que a veces hay que perder para ganar. Frente a quienes claman en contra del proyecto y velan por la conservación del adoquinado, yo si los adoquines no se van a perder y eso va a propiciar llegar antes a la playa, apuesto por eso. ¿Significa eso aplaudir la nefasta gestión del patrimonio municipal o la errática (cuando no choricera) gestión política en general de este ayuntamiento en los últimos años/décadas? En absoluto.
Lo que quiero decir, y aún no he explicado, aunque si eres de Jerez habrás intuido que hablo del proyecto de regeneración urbanística del eje Corredera-Esteve-Santa María-Cerrón, es que si ese proyecto necesario —algo había que hacer— significa un punto de inflexión para mejorar las cosas, bienvenido sea. No tengo ni idea de para qué han servido el 80% de las obras de este ayuntamiento en las últimas décadas, pero eso no significa que todas hayan servido para nada. Una vez peatonalizaron la calle Larga y se perdió la estética que tenía tan maravillosa, de antigua N-IV en pleno núcleo urbano. Ahora nadie se atrevería a permitir que un político quisiera asfaltarla. Es lo que van a hacer en el famoso eje. Asfaltar con una plataforma única.
A mí el proyecto, de entrada, no me disloca, como hay comida que por olor no te la comes y luego la pruebas y es otra cosa. El proyecto me parece, bah, bueno, en la línea de los últimos años, en la línea de plaza Belén y tantos otros. Mejorable. Pero es que voy a más: ni un adoquín salvaría, pues en mi opinión hace mucho que todo debería ser peatonal con acceso restringido a residentes y poco más. Porque, pese a todo, una cosa deja ver el actual y controvertido proyecto: el futuro del centro es peatonal, o no será. Si el hombre más rico del mundo, Amancio Ortega, no apuesta desde hace años —como otras muchas locomotoras comerciales— por un espacio comercial como el centro de Jerez, con su belleza y sus singularidades, ya me dirán cómo cotiza ese espacio.
El centro merece tender a la peatonalización integral. Y a eso, oh paradoja, puede que conduzca este proyecto regenerador del dichoso eje. Cuando haya plataforma única en esa arteria, los peatones desafiando al coche y recordando que no pueden circular a más de 20 km/h, se habrá ganado una batalla. Como se ganó cuando se arrancó un bocado al coche privado en Las Angustias. Quedará más guerra. ¿Y Honda, y Porvera, no sería maravilloso pasear a todo ancho por esas calles? Habrá entonces unos adoquines en otra parte del centro, calles con plataforma única como Barja o calles con adoquinado como Caballeros que parecen pequeñas autovías, pero quizás la playa estará más cerca.