“La verdad está llena de miserias y grandezas en tránsito constante”. Lo firma Ortiz Nuevo en su Alegato contra la pureza. Verdad: hoy es el Día del Flamenco en Andalucía porque hace diez años, tras mucha pelea institucional, la Unesco declaró que el arte jondo, con unos dos siglos de historia documentada, un origen jeroglífico y una evolución fascinante, que hechiza a quienes se acercan, es Patrimonio Inmaterial de la Humanidad. Su grandeza es ser un arte de alcance universal, “una creación del genio popular andaluz desarrollada y pulida por artistas excepcionales”. Su miseria es estar a menudo manoseado por unos y por otros. Por quienes lo utilizan para intereses espurios, por quienes lo desdibujan para arrastrarlo al tópico y al cliché de estampa kitsch, o por quienes directamente lo ignoran.
La verdad está llena de miserias dice Ortiz Nuevo. Es verdad que la nueva Junta de Andalucía, que ha envejecido tan pronto, no tiene en cuenta al flamenco, o si lo tiene en cuenta, es como si le quemara en las manos. Una cosa es llenarse la boca hablando por hablar, rellenando carteles para aparentar que se hace algo, y otra cosa, hacer y gestionar. Solo con manifestar voluntad no es suficiente. Más aun, con la que está cayendo ahí fuera. A nivel interno, la cosa es un desastre.
La vertebración política, institucional y administrativa del flamenco en Andalucía, cuyo Estatuto autonómico exige la protección con celo de esta seña de identidad indiscutible de la comunidad, está descabezada desde hace meses. No hay dirección, ni coordinación en el Instituto Andaluz del Flamenco. No hay dirección en el Centro Andaluz de Documentación del Flamenco. No hay interlocución con los artistas y sus representantes, no hay partidas en el proyecto de Presupuesto de la Junta de 2021 a la altura de la consideración que debería tener el flamenco y, especialmente, del jaque mate al que la pandemia está poniendo a gran parte del sector. No hay rescate. Por no haber, no hay esa apuesta decidida por su introducción por derecho en las escuelas andaluzas, algo que se viene prometiendo desde hace una década.
La verdad está llena de grandezas y el flamenco es muy grande. Casi casi inabarcable. Lo salvaguardan a lo largo de su historia los artistas, creadores y recreadores, pero también un aluvión de buenos aficionados de todas partes del mundo que, sin reconocimientos oficialistas, ya sabían perfectamente de la dimensión universal de este arte tan hondo, tan de verdad. Tras la queja eterna de nuestro problema es que no estamos unidos, en pandemia se ha gestado y fundado Unión Flamenca, una entidad sin ánimo de lucro para “unir, regular y defender” el sector artístico profesional del flamenco. Entre sus objetivos, “representar al colectivo de artistas profesionales de este sector, asesorarnos, defender nuestros derechos e intereses y crear un marco jurídico que nos ampare”. Su presidenta es la maestra bailaora granadina Eva Yerbabuena y entre sus socios están la mayoría de grandes estandartes del cante, el toque y el baile flamenco del último cuarto de siglo.
En un reciente comunicado, la organización flamenca, probablemente la primera vez que el flamenco alza la voz alto y claro de forma organizada, sindicada, el colectivo afirmaba: “Tras analizar el Proyecto de Ley del Presupuesto para la Comunidad Autónoma de Andalucía 2021 y las partidas destinadas a la cultura, Unión Flamenca critica que solo el 11,21% del presupuesto de la Consejería de Cultura (la única junto a Economía que recorta su presupuesto) se destine a la financiación de espectáculos y que no exista una partida específica que determine lo que se va a destinar al flamenco “mientras otros sectores de la industria cultural como el cine o el mundo editorial sí cuentan con ella”, han explicado.
Unión Flamenca emite una vieja queja 'jonda', por primera vez de forma organizada: "La administración andaluza no da al flamenco el lugar que se merece"
Según la organización, además de ser Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la Unesco y que el artículo 68 del Estatuto andaluz le confiera a la Comunidad Autónoma la competencia exclusiva en materia de conocimiento, conservación, investigación, formación, promoción y difusión del flamenco como elemento singular, son muchas las personas y las familias que se dedican al flamenco en Andalucía “y si no se les ayuda desde la Administración autonómica, tendrán que abandonar sus carreras profesionales”, ha lamentado. La organización ha criticado que la administración andaluza no le dé el lugar que se merece al flamenco. Un ejemplo: este lunes, Día del Flamenco en Andalucía, se estrena un programa dedicado al arte jondo en Canal Sur, la televisión pública de Andalucía. ¿A qué hora? 00:30 de la madrugada. Muy lejos del prime time. No hay más preguntas, señoría.
Aunque Unión Flamenca valora la puesta en marcha del tan esperado Museo del Flamenco en Jerez, considera que el flamenco es la manifestación artística que ocupa “un indiscutible primer lugar en nuestra cultura” y por ello la administración andaluza “tiene que ser un ejemplo para el resto de territorios en lo que a protección y el cuidado del flamenco se refiere”. En este punto, Unión Flamenca reprocha a la Consejería de Cultura que los presupuestos no se correspondan con la promesa que el Gobierno andaluz hizo al principio de esta legislatura comprometiéndose a darle el apoyo institucional y económico necesario para un sector tan importante en lo que a la aportación de la industria cultural al PIB se refiere.
Es verdad que hoy es el Día del Flamenco en Andalucía, pero es mentira que en Andalucía haya nada que celebrar que no sea la mera supervivencia de un arte que nunca muere. Cuentas públicas aparte, hay algo aún peor en el quejío de Unión Flamenca: esta organización “ha solicitado en varias ocasiones reunirse con los responsables de Cultura en la administración andaluza para saber qué porcentaje de los fondos europeos destinados a Andalucía han ido a parar a la cultura y concretamente al flamenco. Asimismo, Unión Flamenca se ha ofrecido para “trabajar codo con codo” con los responsables de la Junta para ofrecerles la perspectiva del artista flamenco, que es “el destinatario natural y lógico de los diferentes instrumentos en los que se deben materializarse los presupuestos que finalmente se diseñen”. La organización lamenta que, tanto en las cuestiones referidas a los fondos europeos como en el ofrecimiento de aportar a la administración la perspectiva laboral del artista, “no ha habido respuesta por parte de la Junta”. A pesar de ello, Unión Flamenca sigue “tendiéndole la mano a la Junta de Andalucía” y manifiestan “su más absoluta disposición para trabajar conjuntamente” por el bien de un patrimonio tan singular, específico y característico que “no existiría sin la labor del colectivo de artistas”, ha apostillado.
La consejera de Cultura, Patricia del Pozo, estará este 16 de noviembre, en la sobremesa cultural que imponen las restricciones —¿no iba a ser un bien esencial?— en el Gran Teatro Falla. El Festival de Música de Cádiz conmemora con el piano flamenco de Dorantes 10 años de la declaración de la Unesco. Una declaración que fue un paso más, pero ni mucho menos definitivo para que de una vez por todas el flamenco (y los flamencos), hijo del dolor y de la fiesta, sea restituido de tanto olvido, maltrato y humillación como ha venido soportando. En ese momento sí que habrá mucho que celebrar... Mientras tanto, como decía Agujetas, "el flamenco es mentira".