Hace quince días Juan Espadas afirmó que no iba a “violentar” o “limitar” el derecho de cualquier militante socialista a, por ejemplo, presentarse a unas primarias en el marco de los próximos congresos provinciales para optar al liderazgo del partido en dichos territorios. En paralelo, sí advertía que "no debemos confundir los procesos", y de cara al congreso federal, que se celebrará en Valencia los próximos 15, 16 y 17 de octubre, toca "hablar de la estrategia del partido a nivel general, de las prioridades que en este momento marca la sociedad del siglo XXI”. No debe haber guerras intestinas en el camino a la ratificación de Pedro Sánchez, venía a decir. Era improbable. En estas dos semanas, el máximo responsable de los socialistas andaluces ha insistido en reclamar una lista única de delegados de las diferentes agrupaciones provinciales con vistas a acudir al congreso federal.
Aunque con dificultad, se ha conseguido en provincias como Málaga o Sevilla —aquí la lista la encabeza el propio Espadas y tiene como ‘dos’ a Verónica Pérez, recordada por autoproclamarse “la única autoridad del PSOE”, cuando Susana logró montar una gestora para acabar con Sánchez en Ferraz—. En Cádiz no parece que vaya a ser posible esa imagen de unidad, al menos a corto plazo. El partido comenzó a romperse hace mucho tiempo, hay territorios y comarcas que se sienten desplazados, ninguneados históricamente, pero ahora toca aplicar esa cirugía japonesa llamada kintsugi.
Esta técnica, un prodigio de resiliciencia —ahora que está tan de moda la palabra— en el que son expertos muchos socialistas de aquí y de allá, consiste en recomponer los pedazos de una pieza de cerámica rota recubriendo las costuras con polvo de oro o de plata. Esa pericia artesanal provoca que ese objeto pueda incluso ser más bello después de haberse hecho añicos. "Aquí no se ofrecen cargos, esto es una candidatura plural y amplia", dijo Ruiz Boix al presentar su candidatura. La candidatura de García, según indicaba ésta en una nota, apuesta por un "claro compromiso con la unidad del partido, el mismo que viene caracterizando su gestión al frente de la formación".
Espadas, un convencido de que en política hay que serlo y parecerlo, no se mueve ni un ápice de su discurso inicial. Como tampoco lo hace respecto de esa actitud basada en tratar de evitar la imagen de un político tutelado desde arriba, manejado —que se lo digan a Gómez de Celis—. Así fue desde que empezó a sonar como relevo de Susana Díaz hasta que dio el paso de presentarse como candidato a la presidencia de la Junta, y hasta que se hizo con el control del partido en la comunidad. Cero ruido, apariencia de unidad, sosiego. Liderazgo soft, lo llaman. Quizás por ello este pasado jueves desconcertó a muchos socialistas gaditanos que le apoyan cuando mantuvo en agenda una visita programada desde hace tiempo.
Espadas, como alcalde de Sevilla, acudió por la mañana a la Diputación de Cádiz en visita institucional, a firmar en el libro de honor y a reunirse con la presidenta de la institución provincial y secretaria general del PSOE de Cádiz, Irene García. Por la tarde, ya Espadas no estuvo —no podía estar si era coherente con su discurso— en el multitudinario acto de partido protagonizado en Jerez por Juan Carlos Ruiz Boix y Mamen Sánchez, alcalde de San Roque y alcaldesa de Jerez, respectivamente, y que no solo es probable que vayan a liderar la lista de delegados al congreso federal, sino que, antes o después, pueden acabar desbancando a García de la dirección provincial socialista y de la presidencia de la Diputación.
Las fotos del acto son bastante elocuentes y los organizadores cifraron la asistencia en unas 400 personas, que ya son más avales en un mismo recinto de los que ha registrado García en estas, digamos, primarias de las primarias a dirigir el partido en la provincia. En política, ya se sabe, todo puede cambiar, pero los viejos clanes del socialismo gaditano ya están convencidos de que hay que afiliar las espadas (no podía resistirme) para que rueden cabezas. Salieron en tromba a por la de Díaz y ahora habrá espadazo en Cádiz. Eso sí, siempre habrá corchos flotando en mar abierto y en las aguas más revueltas.