Cualquiera tiene un buen recuerdo en la Alameda Vieja, uno de los espacios públicos más queridos por los jerezanos, pero al mismo tiempo uno de los lugares más arrinconados desde hace décadas por el Ayuntamiento de Jerez. Con varios siglos de historia, esta terraza única ha escrito grandes páginas en la memoria sentimental de muchas generaciones de jerezanas y jerezanos.
Recuerda el historiador Pepe Cirera que hace 235 años, en 1788, se empezó la obra del paseo de la Alameda del Alcázar. En paralelo, se rellenaron los fosos que hizo en el siglo XV el Marqués de Cádiz para proteger la fortaleza, de la Torre del Homenaje a la Torre Octogonal.
Este pasado fin de semana, con motivo de la motorada y el GP en el Circuito de Jerez, se han vivido auténticos llenazos en la antigua Alameda del héroe jerezano Fortún de Torres, a la vera del recinto almohade del Alcázar de Jerez. Una hilera de gastronetas o food trucks ha atraído a numeroso público a este enclave y, de paso, ha demostrado que cuando hay dinamización y propuestas siempre se llena. Y que es un lugar agradable para compartir, convivir y pasarlo bien.
La Alameda Vieja debería de ser un punto clave de encuentro en el centro histórico de la ciudad, con vistas privilegiadas, buen acceso, aparcamiento subterráneo y muchas cualidades que le hacen un lugar único y mágico del corazón de Jerez. ¿Por qué, en cambio, está tan abandonada? ¿Por qué se perdió para siempre el rastrillo de los domingos de allí? ¿Por qué solo se ha usado últimamente como espacio acotado para una Fiesta de la Bulería que tiene poco sentido allí o unas Fiestas de la Vendimia que gozan de carácter internacional, pero no dejan de ser una fiestecilla pueblerina?
En una de las food truck del campeonato del mundo de gastronetas —pelín exagerado el reclamo de los organizadores, por cierto— se ve la cara de Trump. Sirven comida norteamericana. Y se me viene a la cabeza el eslogan del ex presidente populista: make America great again.
Hagamos la Alameda Vieja grande otra vez. Desterremos el botellón y la inseguridad en la zona, demos luz a su arboleda, arreglen los parterres y caminos, recuperemos aquel merendero histórico de los Paz, instalado en 2009, que en este tiempo apenas ha servido de refugio para vándalos. Un merendero, por cierto, que cumple 120 años este 2023 y que sigue, como tantas otras cosas en Jerez, siendo víctima del más cruel de los olvidos.