Vuelve la inversión privada al centro de Jerez porque hay inversión pública. Es el mantra que traslada una y otra vez en sus mensajes y notas de prensa el gobierno municipal. Casi todas las casas caídas desde Benavente Alto a Juana de Dios Lacoste —dudo que un porcentaje amplio de jerezanos ubique en un mapa estas calles— vuelven a tener proyectos de recuperación, en su mayoría inversores privados que buscan rentabilidad. Acaban de comprar Carmen, 10, y hay interés por San Honorio, 4, me cuentan. Estuve dentro de San Honorio cuando aún tenía vecinos. Desde un ventanuco con puntales a mi espalda veía la panorámica deprimente del solar repleto de malas hierbas de lo que iba a ser la Ciudad del Flamenco. El viernes 2 de diciembre de 2005 se colocaba la primera piedra de aquel proyecto. Un 26 de enero de 2022 se ha colocado la primera piedra de otro, muy cerca de allí.
Han pasado más de quince años desde entonces. Frente al antiguo bar 4 Vinos de la plaza Peones, donde cruzaban la Defensión y el Cristo del Amor cuando solo tenían un paso, hay previsto ahora un bloque de viviendas en un edificio que lleva en desuso desde aquellos Martes Santo con tres hermandades. Leo el cartel de la promotora: Casa Belén, rehabilitación de edificio para 9 viviendas. Y me acuerdo de aquellas convocatorias de Pedro Pacheco, junto a uno de los arquitectos suizos Herzog & De Meuron (no recuerdo quién de los dos vino a la ciudad), en la plaza Belén. Era entonces delegado de Urbanismo, en el crepúsculo de su largo mandato político en la ciudad. Y recuerdo que en la plaza Belén había muchos carteles de Casa Belén.
Cuando se anunció aquel proyecto de 50 millones de euros se desató la especulación. Se expulsó a los vecinos que quedaban entre las ruinas y se compró para ver qué ocurriría en el futuro. A corto plazo no ocurrió nada. A medio, tampoco. El largo plazo les ha dado la razón. Cuando se ha puesto este pasado miércoles la primera piedra del proyecto (Museo del Flamenco de Andalucía) que sustituirá a aquel (Ciudad del Flamenco), más modesto en inversión pública (6,8 millones), los inversores privados se han frotado las manos. Ha hablado por ellos la alcaldesa Mamen Sánchez, aludiendo al efecto “tractor de inversiones privadas” de este Museo. Cabe suponer que todo eso es positivo para la ciudad. Pero ¿y los vecinos y vecinas de intramuros? Allí no estaban.
Dicen las estadísticas que actualmente residen en esta zona de la ciudad entre 10 y 12.500 residentes en total. El informe tiene ya sus años. Muchos me parecen. Aun así, con ellos podría sumarse la población actual de Benalup y Alcalá de los Gazules o la de Castellar y Grazalema juntas, pero seguirían siendo pocos para la resurrección que necesita el centro histórico. En la misma semana de esta nueva primera piedra en el intramuros se ha publicado la consulta previa a la modificación del catálogo de normas urbanísticas de las fincas protegidas del casco histórico, casi 1.700 en total.
Rehabilitación con estudio caso a caso para quienes realmente compren para residir en el centro. Es decir, destripar la finca hasta sacar lo que verdaderamente vale la pena conservar y adaptar el resto de fincas, en muchos casos de varios siglos atrás, a las necesidades del siglo XXI. Frente a eso, ¿especulación y turistificación? "Todos los caminos deben conducir hasta el Museo del Flamenco", vino a decir la regidora socialista. Casa Belén anuncia ya un edificio con nueve viviendas en una finca rehabilitada en Peones. Museo del Flamenco, Museo de Lola Flores, Tablao de Lola Flores, planes museísticos para Riquelme, equipamiento cultural en Tabanco del Duque… ¿Quién residirá en el parque temático?