Como una especie de Gary Cooper en Solo ante el peligro, o como Rudiger conteniendo el aliento para lanzar el penalti decisivo que llevó al Real Madrid a semifinales de la Champions en el Etihad de Manchester, José Antonio Díaz se ha erigido casi once meses después de las pasadas elecciones municipales en el principal partido de la oposición en Jerez. Este martes 30 de abril volverán a comprobarlo en el pleno ordinario.
Entiéndame el apreciado lector: Díaz es el portavoz municipal del PSOE, que se quedó en nueve concejales frente a la abrumadora mayoría absoluta del PP de Pelayo en las pasadas municipales, pero a la vista de las convulsiones vividas en su partido desde aquella noche electoral, ya escenificadas por todo lo alto con los últimos acontecimientos, solo Díaz mantiene el pulso a la imprescindible labor democrática de fiscalización al gobierno.
El resto de la izquierda sencillamente no tiene tono muscular y Vox quiere pero tampoco puede. A Díaz, en cambio, se le podrán cuestionar actitudes y formas, se le podrá criticar o afear su labor —todo es subjetivo y todo es opinable— pero de lo que no hay duda es que el paseo militar que se propuso el PP de Pelayo —paz social total mediante— sería aún mayor casi un año después de su victoria sin esa especie de piedrecita que se ha alojado en el tacón de la alcaldesa y su equipo.
Y ojo que hasta ahora no han sido pocas las críticas con fundamento (Comujesa, Fundarte, planes de estabilización, Zona de Gran Afluencia Turística…), por mucho que obviamente si hay problemas en la ciudad, Díaz haya también sido parte de la generación o el mantenimiento de los mismos por sus sucesivas tareas en la responsabilidad municipal desde 2015. Pero eso no quita para que el dirigente socialista, como llanero solitario, ande sin miedo a romper la pax romana que quieren implantar los populares en la quinta ciudad andaluza, de una complejidad social, economía y cultural enorme.
Empieza a pasar el tiempo y eso va en favor de su trabajo de martillo pilón para poner los puntos y las íes a la acción (o inacción, según el caso) del actual gobierno del PP. Este se ha encontrado cosas positivas de gobiernos anteriores, y en muchos casos así lo ha reconocido, y hay que aplaudirlo, pero también problemas heredados donde en muchos puntos también ha tenido su cuota de responsabilidad en el pasado para que la ciudad a menudo parezca sumida en un callejón sin salida.
La bonanza económica sigue atrayendo inversión privada y el turismo, también por lo sembrado (ya nadie critica la deuda del Circuito de Jerez), no deja de dar alegrías. Pero Díaz, como una funesta alarma que irrumpe en la placidez de los actuales gestores, está sabiendo prever escenarios a corregir, encontrar su sitio y ser lo mejor que puede ser un político en la oposición: molesto para quien lleva las riendas, y abierto y receptivo con quienes demandan mejoras y votan cada cuatro años, los ciudadanos. "Me debo a los casi 30.000 votantes que nos dieron su confianza el pasado año; no olvidemos que pese a todo conseguimos el tercer mejor resultado del PSOE de Jerez en unas municipales", recuerda Díaz.
Mal hará quien menosprecie al portavoz del principal partido de la oposición, que soporta voces críticas hacia su papel incluso dentro de su partido, quizás las más irritantes para el portavoz, pues provienen de ese fuego amigo que, para colmo, lleva en muchos casos con la pólvora mojada desde hace años. Y Díaz corre y corre, sin demasiados complejos, bajo el fuego del avión planeando sobre un maizal, como en aquella mítica escena de Con la muerte en los talones. Como única voz de un PSOE en la ciudad más poblada de Cádiz que duda que alguna vez pueda volver a gobernarla. Como ocurrió en la capital gaditana. "Es extraño, aquel avión fumiga cosechas donde no las hay", decían en la peli de Hitchcock.