El laberinto del Callejón de los Bolos en Jerez: tres cambios de uso en seis meses

De centro de arte contemporáneo a sala de estudios, de espacio multifucional a sede de la Unión de Hermandades. Más de una década después, el querido casco de bodega municipal no tendrá nada que ver con lo que fue

Periodista, licenciado en Comunicación por la Universidad de Sevilla, experto en Urbanismo en el Instituto de Práctica Empresarial (IPE). Fundador y Director General de ComunicaSur Media, empresa editora de lavozdelsur.es. Antes en Grupo Joly. Soy miembro de número de la Cátedra de Flamencología. Primer premio de la XXIV edición del 'Premio de Periodismo Luis Portero'.

El Callejón de los Bolos, en una imagen de archivo.

Contra todo pronóstico, y si no hay un nuevo giro de guion de última hora, el ansiado regreso a la vida cultural jerezana del Callejón de los Bolos no llegará a ser realidad. El inmueble de la plaza Madrid se cederá a la Unión de Hermandades para que traslade su sede desde Curtidores a un antiguo casco bodeguero que lleva clausurado más de una década. Es el tercer cambio de uso en apenas medio año, pese a que hace más de cuatro años, en plena rehabilitación, se pensó que tendría otros objetivos para la vida cultural de Jerez.

Hasta ahora, se daban por hecho dos cosas: que la Unión de Hermandades recibiría las instalaciones municipales que se cedieron a un privado para un Museo Taurino en la calle Pozo del Olivar, y que el PP estaba muy molesto con el anterior gobierno de Mamen Sánchez por haber borrado de un plumazo la idea de convertir el Callejón de los Bolos en un Centro de Arte Contemporáneo para Jerez. O al menos, muy molesto por el hecho de haber degradado este espacio a sala de estudios, y no a un uso cultural más ambicioso.

Cuando la exregidora se hizo unas fotos rodeada de mesas y enseres comprados a Ikea el ahora teniente de alcaldesa Jaime Espinar aseguró que esos muebles eran lo más contemporáneo que el PSOE de Mamen Sánchez había hecho por el vetusto edificio. No le faltó razón. Las prisas preelectorales provocaron una decisión precipitada y demencial, una enorme sala de estudio para jóvenes con las bibliotecas cerradas por las tardes y la Sala Paúl, la Casa de la Juventud, a tiro de piedra. 

Algunos también nos rasgamos las vestiduras ante el repentino cambio de uso por los socialistas de una sala que siempre hemos sentido con la nostalgia de aquellas grandes exposiciones, talleres y, por supuesto, de los dioramas que cada Navidad disfrutábamos de niños, pero también pensando en el enorme potencial que podía tener su reapertura con vistas a la tan cacareada candidatura de Jerez a Capital Europea de la Cultura de 2031. 

En agosto pasado el PP dio un nuevo uso al Callejón de los Bolos. Mejor dicho, reorientó de nuevo su uso. Esta vez anunciaba un plan de mejoras sobre la obra de rehabilitación para que al fin pudiera volver a ser un espacio cultural multifucional. Tras los fondos europeos, 300.000 euros, para consolidar las naves, más fondos públicos para reabrirlo por derecho, no como salita para estudiantes. Pero hete aquí que, por sorpresa, será la Unión de Hermandades la que se lleve el gato al agua, con una reducida exposición cofrade (¿dónde irá ese Museo Sacro de la Ciudad?) y espacio para su día a día como órgano que representa al tejido más organizado y activo del municipio. 

El PP no ha engañado a nadie con esta concesión a la UH, aún pendiente de aprobación oficial y cesión en pleno. En su programa electoral no figuran planes concretos para el Callejón de los Bolos (solo se comprometió a ese uso multifuncional hace un par de meses), pero sí pensamos que comete su primer patinazo en la que se presuponía un área fundamental para el futuro inmediato de la ciudad: la Cultura. Privará a la ciudad de lo que se comprometió a devolverle: un espacio expositivo de primer nivel en el centro que se sume a los otros equipamientos que ya funcionan. De forma subsidiaria, por si fuera poco, habrá otra sensible baja para ese supuesto gran proyecto de candidatura para que Jerez sea Capital Europea de la Cultura en siete años. Será mucho más sencillo que la Semana Santa sea declarada al fin, y con todo merecimiento, de Interés Turístico Internacional