Se despereza el año entrando de lleno en el “febrerillo loco”, pero parece que todo sigue igual. Como si nada hubiese cambiado a lo largo de los últimos meses, incluso años. Después de la que ha caído, de los recortes, los desahucios, las corruptelas, los desfalcos, las colas del paro, las de los comedores sociales, las de los imputados e imputadas desfilando por los juzgados… todo sigue igual que antes.
De nuevo el Gobierno hace y deshace como si tuviese mayoría absoluta, a pesar de estar en minoría. De nuevo se activan las puertas giratorias y los cargos políticos se apoltronan en los consejos de administración de grandes empresas mientras éstos hacen lo propio en despachos gubernamentales. Esa falta de sensibilidad social, esa venda en los ojos que no permite a nuestros políticos darse cuenta de lo que ha pasado, ser conscientes de tenían que aprender la lección y no lo han hecho, nos distancia de ellos y a la vez nos aísla de nuevo.
Porque queda flotando en el aire la triste sensación de que no importan las mareas ciudadanas, no importan las manifestaciones a pie de hospitales, delegaciones de Gobierno o empresas cerradas. Da igual que la población proteste a voz en grito por lo que considera injusto, por la desvergüenza y el caradurismo de los que meten la mano en la hucha, y de los que se ponen de perfil y miran hacia otro lado, cómplices de un crimen a la libertad de un pueblo cansado de estar cansado.
Pasaron dos elecciones y decidimos votar lo mismo. Ahora las quejas al Altísimo, porque lo que es la Administración, poco va a responder a menos que sea obligado judicialmente a hacerlo. Tenemos lo que nos merecemos. Nos han desarmado y somos rehenes otros cuatro años más, justo hasta que recuerden que aquellos a los que han ninguneado de nuevo tendrán la llave para mantenerlos en la dirección del país. Y volverán las promesas, las palmaditas en la espalda, la gratitud por nuestro esfuerzo, el enarbolamiento de los símbolos patriotas y demás monsergas que nos aletargan, nos anestesian e incapacitan durante toda una legislatura.
Que, con todos los respetos, a mí me importa una mierda que Cataluña sea independiente. Me preocupa más no pasar frío por un corte de luz, o que me congelen el sueldo, me quiten pagas extras o el banco me regale una de sus cláusulas abusivas al firmar un crédito. Cuestión de prioridades. Y ustedes, señores políticos, se han olvidado de las nuestras.