El deporte es una fuente inagotable de valores, más allá de la mejora en la salud y bienestar de las personas. Y cuando se trata del deporte profesional, aparecen los referentes: Michael Jordan, Pelé, Rafa Nadal… En definitiva, el deporte se ha convertido en un fenómeno social y de masas.
Por ello, cuando se producen prácticas oscuras, se está poniendo en riesgo la buena reputación de la actividad deportiva. Precisamente, estas sensaciones se están reproduciendo en la conciencia colectiva a raíz del Barçagate.
Al parecer, y de acuerdo con las últimas informaciones, el FC Barcelona pagó una cantidad estimada de 1,6 millones de euros al señor Enríquez Negreira, ex árbitro y vicepresidente del Comité Técnico de Árbitros, para la realización de informes arbitrales entre los años 2016 y 2018. Incluso, esta relación es anterior en el tiempo y se remonta al año 2003. Y lo peor no es eso: se da la coincidencia de que estos pagos se producen durante una época de títulos del club blaugrana.
Por lo tanto, la sombra de la corrupción deportiva está presente. Porque los informes arbitrales no parecen tener una motivación cierta y pueden esconder la alteración de resultados de distintos encuentros deportivos nacionales. De hecho, durante las temporadas en las que se desarrolló la vinculación de Enríquez Negreira con el club culé, se sucedieron distintas decisiones controvertidas del colectivo arbitral. La polémica está servida.
Desde el año 2010, el Código Penal español recoge un delito especial de corrupción en el deporte: los fraudes deportivos. Se castigan con penas para los deportistas, directivos, e incluso la entidad implicada, todas aquellas conductas que tiendan a la alteración deliberada y fraudulenta de una prueba, encuentro o competición deportiva.
Sin embargo, la corrupción sigue recibiendo un trato desigual y sesgado por la sociedad, ya que se tiende a despenalizarla en función de la importancia del interés afectado. El FC Barcelona es uno de los grandes clubes de la Liga española y un eventual descenso administrativo es una consecuencia a evitar. Por el momento, buena parte de las conductas que aparecen en los medios de comunicación están prescritas, a espera de los resultados de la investigación que desarrolle la Fiscalía con respecto a los hechos ocurridos en el año 2018.
El lapsus de la corrupción deportiva está ahí. Pero el deporte es juego limpio y valores auténticos. Y esa lucha siempre merece la pena…
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