Pocas alegrías más grandes tras la maldita pandemia que recuperar la Liga Genuine como fue este pasado fin de semana en Tarragona. Muchos a lo mejor no sabéis de qué estoy hablando. Se trata de una iniciativa integradora de responsabilidad social y pionera en el mundo, que LaLiga desarrolla a través de su Fundación y consistente en la creación de una Liga formada por equipos del colectivo DI (personas con discapacidad intelectual), y que se inició en la temporada 2017/2018.
Lo de menos es el resultado, goleadores o mejores jugadores, lo más importante, o al menos con lo que yo me quedo, son las caras y la ilusión que muestra cada equipo cada vez que se da una concentración de este calibre. Los equipos son de categoría única o mixta (masculino y femenino). En La Liga Genuine no sólo suman los resultados deportivos, sino también las actitudes positivas de deportividad que se muestren durante los partidos. Por ello, los equipos cuentan en cada jornada con una serie de puntos que premian el comportamiento y acciones de deportividad y fair play de jugadores, entrenadores y aficiones.
He podido ver y comprobar como se trabaja y con que mimo se lleva todo lo relacionado con la competición. La organización los hace sentir como auténticos profesionales, son las estrellas durante ese fin de semana. No hay enfrentamientos, no hay disputas, no hay polémicas ni enfados, solo disfrute, el fútbol más puro.
No le vendría mal a más de uno de los que siguen cada semana las jornadas de liga, perder un poco de su tiempo en ver este tipo de competiciones. Se darán cuenta de que lo único que no harán es perder ese tiempo y es muy probable que ganen o recuperen esos valores que tenían perdidos o encerrados en lo más dentro de su ser.