claroscuros mocion
claroscuros mocion

En pintura la técnica del claroscuro consiste en jugar con las sombras y las luces para conseguir que el cuadro tenga una mayor expresividad y para destacar una serie de elementos sobre otros. La luz incide directamente sobre unos objetos, que pasan a ser protagonistas ante los ojos del espectador, y desdibuja en la penumbra las formas necesitando de un ojo mucho más agudo que comprenda la magnitud, majestuosidad y profundidad que el autor quiere transmitir.

El juego político no se diferencia mucho de un cuadro tenebrista en el que a través del juego de luces se identifican los planos, las formas e intenciones. Vox anuncia que va a presentar una moción de censura contra el gobierno de Pedro Sánchez y justo en el momento en el que Santiago Abascal sube al estrado, con su aire beligerante y sus palabras chirriantes, ya se comienza a pintar el próximo cuadro barroco de la política española.

Podemos decir que esta creación está compuesta por tres obras principales. En primer lugar, tenemos a “La alcahueta” de Gerard von Honthorst. En esta escena vemos como tan solo hay una mujer iluminada con luz propia. Este personaje también cumple la función de “foco”, proyectando su luz sobre los otros dos personajes y dibujando sus formas. Inmediatamente nuestra atención se centra en la joven con tocado de plumas. Vox aspira a ser esa “alcahueta” capaz de atraer todos los focos mediáticos, establecer sus marcos interpretativos y que sus acompañantes de escena se vean dibujados a través de la proyección de su discurso.

Si consiguen mantener la atención, pueden mostrar su “laúd” y dejar en sombra las crisis internas y las investigaciones por corrupción a diferentes miembros. Plantear una moción de censura cuando no tienes los apoyos necesarios puede interpretarse, a priori, como una pataleta. Sin embargo, hay que ver más allá de los claros, no debemos volver a minusvalorar la capacidad estratégica de nuestros adversarios porque así tan solo conseguimos tirarnos piedras a nuestro propio tejado. Debemos afinar la vista y analizar, proveer, atacar y derribar. Si tan solo nos fijamos en la luz que desprende la joven del cuadro, nos situamos únicamente en una posición defensiva, obviando todo un juego de iluminación que, como hemos visto, se acaba proyectando sobre nosotros mismos.

La moción de censura redistribuye y reagrupa las fuerzas políticas como en el ajedrez: o blancas o negras, o “rojas” o “azules”. Además, consigue romper el tablero de un ciclo político en el que entraron a jugar nuevas fuerzas políticas, formando nuevos equipos y movimientos, para volver al tablero tradicional de líderes e identidades bicolores. En este punto el PSOE se siente muy cómodo pues, frente a un Vox “muy azul”, ellos tienen asegurado el puesto como cabeza visible del equipo “rojo”.

No necesitan demostrar que son más “rojos” que nadie, ni siquiera hacer méritos para liderar el grupo, simplemente, tiene la fuerza y la legitimidad para acaparar la atención y eliminar a la supuesta competencia interna dentro de su bloque de “rojos”. Esta segunda obra sería “La muerte de Marat” de Jean-Louis David. Aunque sea sencillo pensar que el líder revolucionario Marat pueda representar a Unidas Podemos asesinado por la girondina Carlota Corday personificando al PSOE, esta interpretación no se asemeja lo más mínimo a mi intención.

Marat no es otra cosa que toda esa fuerza transformadora que empuja al Estado a hacer políticas sociales que mejoren la vida de la gente, que no aceptan entrar en la partida de o “rojos”, o “azules”, pues desde “abajo” ven como los de “arriba” aplauden el combate entre gladiadores de “izquierda” y “derecha”. Ellos son los grandes beneficiados de que se vuelva a las identidades tradicionales, olvidando las intenciones de protección a los más débiles.

Corday decía asesinar a Marat para “salvar a Francia”. Sin embargo, con este reparto de posiciones, ni el PSOE, ni Vox “salvan a España”, simplemente condenan al pueblo español a la sombra y al inmovilismo, mientras que los poderosos en el fondo, en una estancia más elevada, observan rodeados de jolgorio como en ese baile de identidades sus privilegios se mantienen intactos.

Una última obra que hace referencia a otra posible consecuencia de la jugada de Vox es “Judith y Holofernes” de Caravaggio. Abascal se ve a sí mismo como una especie de “Judith”, un salvador del pueblo. Según la historia bíblica, durante la guerra de Israel contra el ejército de Babilonia Judith seduce en menos de una noche al general invasor Holofernes. Haciendo uso de sus encantos y engañando al militar, consiguió que entrara en su tienda y lo decapitó, trayendo la victoria para Israel. Sin embargo, en este caso la historia es diferente.

No están peleando por vencer una guerra, sino por conquistar el trono del bloque de la oposición. A pesar de que tanto Vox y PP beben de la misma madre -la FAES- y tienen como base las mismas políticas neoliberales, el discurso de Vox es mucho más agresivo y punzante, provocando una polarización del escenario y que el PP, con Casado a la cabeza, de pasos hacia la derecha haciendo cada vez más complejo distinguir entre ambos.

Casado ha sido seducido por Abascal y ha entrado en su tienda. La moción de censura tiene la clara intención de que Vox se autoproclame líder de la oposición, desbancando al PP y haciendo que este se alinee con el gobierno según la lógica de “o conmigo o con ellos”. Si el PP no apoya la moción en septiembre, el partido de Abascal tendrá vía libre para autodenominarse “jefe de la oposición”. Si, por el contrario, el PP decidiera apoyar la moción, sería un suicidio político, una irresponsabilidad que ningún partido que aspire a gobernar puede permitirse. Sea como fuere, el PP tiene una espada verde rozando su cuello.

Sin embargo, presentarse a una moción de censura sin apoyos es un movimiento arriesgado. Los puntos a favor: presionan hacia un escenario polarizado en el que ellos se sienten cómodos, capacidad de desbancar al PP como partido de la oposición, relevancia mediática y posibilidad de robar un puñado de los votos más descontentos al PP. Pero no todo son luces para Vox. La irresponsabilidad de enfangar el trabajo parlamentario puede salir muy caro. El electorado puede verlos como un partido capacitado para el espectaculo y la guerra, pero no para gobernar.

Además, ¿realmente la polarización de los españoles y españolas está siendo una realidad o es más bien un espejismo derivado del ruido que producen en redes sociales y medios de comunicación? Sea una realidad o una ilusión hay que construir un dique de contención. Desde los sectores progresistas y los movimientos populares debemos poner toda nuestra energía en construir desde fuera una fuerza que no juegue ni con sus fichas, ni con sus reglas.

Si queremos transformar nuestra realidad y abandonar este juego de “tira y afloja” debemos pasar de estar a la defensiva y utilizar sus marcos discursivos, a la ofensiva y a utilizar nuestras normas y ritmos. Tenemos que impulsar una fuerza nacional y popular que ofrezca respuestas claras, sin rodeos, capaz de hacer autocrítica y, sobre todo, que empuje hacia una salida de la crisis justa con los más débiles.

La derecha siempre consigue ponerse delante del foco y dirigir el juego. Ya va siendo hora de que pintemos nuestras propias obras de arte, con nuestros pinceles, nuestras luces y nuestros colores. Pues, aunque tengan los medios y, a priori, sean más grandes y agresivos, como nos recuerda la obra de Caravaggio “David vencedor de Goliat”, los gigantes no son tan fuertes si sabes cómo derribarlos.

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