Amor es amor, lo otro son contratos de rebotica, sanciones de sacristía u ocurrencias de torero. Ya en 2019 se publicaban unas declaraciones de Francisco Rivera en las que decía ”imagínate una cabalgata cabalgata igual, pero de hombres y mujeres heteros”, y resulta que no hay que imaginarse nada sino irse a los periódicos de todo el mundo para ver las cabalgatas heteras que gritan a voz en grito que solo su sexualidad y su amor es el correcto, el único correcto, el perfecto, y que cualquier otra forma de relacionarse que no sea la suya es errónea, falsa y todo lo demás.
Imagínate, ahora, una cabalgata de personas diversas, una algarabía de amores, sexualidades y géneros que va cantando por la calle que cada quien se quiera como quiera quererse, que vivas y dejes vivir, que correcto es quererse como las personas que se quieren quieran quererse. Pues no te lo imagines más, solo tienes que recorrer los periódicos de todo el mundo y ver las cabalgatas multicolores, arcoíris, LGTBQ+. Ni una palabra más alta que otra sobre cómo tienen que quererse los de las cabalgatas heteras: que cada uno se quiera como quiera quererse. Es aquí donde está la diferencia entre la libertad y el liberticidio.
A quien le molesta lo que hacen los demás sin molestar a nadie no es amigo de la libertad sino monaguillo de Envidia o algo peor. Tengo para mí que solo løs que respetan la libertad de los demás son libres para consigo mismos. El deseo de imponer a todøs los demás la propia forma de vivir es enfermizo o es totalitario. Ayer, en nuestra pequeña ciudad, me emocionó escuchar a løs jóvenes que salieron ante el micrófono a hablar de sí mismøs para empoderar a todøs løs demás. Su inteligencia y su amor hacia la libertad de todøs. Su cariño a todøs los que son distintøs incluso a elløs mismøs. Su disposición a defender el respeto y la libertad de todøs.
No, no son estas las palabras de los defensores de la tradición que excluye a cualquiera que sea diferente. Ayer tuve que sonreír cuando leía un cartón llevado por un manifestante: “Soy hombre y estoy hasta el coño”. Pues sí, esto mismo nos pasa a muchos varones, que tenemos ganas de salir en defensa del respeto hacia todas las personas y no nos causa molestia molestar esa paz-de-salones-burguesitos-rancios en los que está tolerada la representación pintoresca de la pareja de hombres afeminados paseando con su caniche, para así dárselas de modernitos y hacer alguna broma picarona. En Alemania se siguen saliendo de la iglesia a miles; en España no se sale nadie porque nadie puede salirse: apostatar es salirse de la fe en dios, no salirse de la iglesia. La moral sexual de la iglesia sigue siendo un motivo para largarse y darle la espalda al cristianismo oficial; las pseudo iglesias y las sectas son aun peor.
Los sectores conservadores más liberales aceptan que la diversidad sea una cosa privada, siempre que lo público sea el patriarcado heterosexual. Los que están a la derecha de esta ideología permisiva llegan, en el mundo, a la criminalización de la diferencia y a convertir esa diferencia en un delito capital. En Europa soplan vientos de conservadurismo permisivo, apoyados por el puritanismo criminalizador de amplios sectores de la sociedad estadounidense o rusa; de la china no se habla, como si no existiera. Molesta lo distinto porque rompe lo uniforme y el capitalismo pierde la posibilidad de producir en masa, en cadena, con menores costes porque todo lo que se produce es igual y se evitan alteraciones inesperadas en los mercados: sean los económicos o los políticos. Apelan al orden-natural-de-las-cosas, precisamente lo que en la naturaleza no existe, ni el orden ni la uniformidad. En la naturaleza existe el desorden y la diversidad, lo que permite que la naturaleza siga viva y los seres humanos puedan seguir habitando el Planeta. Sin diversidad se acabaría la vida humana, y se nos está acabando el Planeta porque la diversidad es cada vez menor por culpa del capitalismo expansivo que actúa sin ningún tipo de respeto hacia la naturaleza y su diversidad. Hay una ideología, y es la del patriarcado, la que insiste en domeñar a la naturaleza, someterla a sus deseos ideológicos irracionales. Las consecuencias son conocidas: en este verano europeo nos estamos asando vivos y la causa está en el cambio climático, en el proceso de ataque ideológico contra la naturaleza y su diversidad.
Yo sé que algunas personas no comprenden todavía que es ideología, pura ideología, considerar que el ser humano está legitimado para someter a la naturaleza y vencerla. La cosa empezó con Aristóteles, que suponía al ser humano más perfecto que a los animales o a las cosas, de aquí partió Tomás de Aquino para nombrar el hombre administrador de la naturaleza; luego vino Descartes y lo nombró su dueño; los relativistas, nacidos de la Ilustración, pusieron lo que faltaba para llegar a la tiranía contra la naturaleza. La cosa se venía complicando, además, cuando no solo era el hombre dueño y señor de la naturaleza, sino dueño y señor de los otros seres humanos imperfectos.
Heterosexualidad o monocultivos, que son buenos para el negocio, y terribles para el clima y el medio ambiente. Estamos de lleno en una actitud de enloquecedora uniformidad: contra los seres humanos diferentes y contra la diversidad y el desorden natural, lo único natural.
Ante este desorden natural del que hablo se asuntan muchøs y ponen leyes, precios, guerras. En su lugar deberíamos poner amor, amor del bueno, y mucha alegría.