El plano de la Feria (del Caballo, se entiende) es uno de esos pequeños acontecimientos informativos en la vida tranquila y sosegada de la muy noble y muy leal Jerez de la Fra. El caso es que todavía no se ha hecho público y ya hay run run. Bueno, este año, más que run run. La idea del gobierno municipal es hacerlo público dentro de un mes o así –pero ‘dentro de un mes o así’ es ‘Semana Santa o así’, así que…–, cuando se hagan los últimos ajustes. El caso es que, en realidad, a falta de esos últimos movimientos, casi todo el mundo conoce ya su suerte y este año hay algunas casetas que, al parecer, van a pagar el desmán generalizado en que se ha ido convirtiendo la Feria en los últimos quince o veinte años, con ‘sexta marcha’ durante la etapa socialista, con el gobierno municipal instalado en el liberalísimo ‘laissez faire, laissez passer, le monde va de lui même’ (dejen hacer, permitan, el mundo funciona por sí mismo), con Feria del Caballo sustituyendo a ‘mundo’, claro.
Tienen sentido (que no equivale a razón) las quejas en ciernes de estos caseteros. A ver, en principio no es que vayan a pagar justos por pecadores, se trata más bien de que van a pagar por los pecados, si no de todos, sí generalizados. Esto nos lleva, de alguna manera, otra vez a la Semana Santa, así que mejor ponemos un ejemplo de fútbol para que se nos entienda: es como cuando un equipo deportivo va mal y echan al entrenador porque es mucho más fácil echar a uno que a once. Eso. Así. El gobierno municipal del PP no va a echar o ‘remover’ por causas disciplinarias a 50 ó 60 casetas, por motivos obvios, así que parece que va a haber unas cuantas ‘cabezas de turco’, ese es el término exacto. Y sí, por seguir con los tópicos, que es de lo que deliberadamente va este artículo, es un ‘aviso para navegantes’.
Personalmente, este cronista –que, aunque foráneo, seguro que ha vivido sus buenas treinta ediciones– cree que la Feria ha llegado a ‘un punto sin retorno’. Esto no hay dios (con baja) que… Además, el gobierno municipal deberá medir ‘muy mucho’ las medidas que adopta si no quiere que sean directamente impopulares. A ver, que si sales a la calle a ‘tomar el pulso’ a la ciudad, grabadora en ristre… bueno, función de grabar del móvil en ristre, todo el mundo al que preguntes te va a decir que muy bien, que hay que preservar la fiesta, que si la tradición, que si nuestra cultura… pero buena parte de los nuevos hábitos (básicamente ‘discotecas, música y volumen’, que suena así como a memorias de un ‘bakalaero’ de los 90) llevan ya mucho tiempo en el Real y no va a ser nada fácil volver a generalizar el paquete ‘caseta tradicional, flamenco y sevillanas a volumen normal’. No tengo nada claro que un público menor de, no sé, 35 años, esté por volver a esos cánones, la verdad.
Otro tema, que no es del gusto de este cronista, es el de los restaurantes. Cuando conoció la Feria, allá por los 90, la cosa iba de picar, de terminar comiendo visitando tres, cuatro o cinco casetas. En realidad, ni comías… ni dejabas de hacerlo, pero salvo equis casetas casi nadie iba, es un poné, a mesa y mantel. En realidad, casi siempre comías de pie, en una bota o en un lado de la barra. Lo de sentarse era más de comida oficial o de familias, no de grupos de amigos. Ahora, entre las dos y media y las cinco o cinco y media, casi todas las casetas son auténticos restaurantes y, de hecho, muchas sacrifican la zona de baile con mesas y sillas. Luego, de nueve a doce, otra vez lo mismo. Ahí, lógicamente, el gobierno municipal poco puede hacer, pero no creo que ese modelo interese lo más mínimo a la chavalería más allá de alguna ‘obligada’ cita familiar.
Hablando de chavalería… me parece magnífico, en el mundo actual de resignificación de conceptos en el que nos encontramos, lo que han hecho con ‘barrilada’. Lo descubrí el año pasado: ahora, sobre todo por Feria, llaman ‘barrilada’ al botellón. Eso te permite que no tengas que disimular delante de papá y mamá para ir al botellón, que ellos saben perfectamente lo que es –de hecho, estaban allí cuando se inventó esta gran aportación española a la cultura occidental– y cuando oyen ‘barrilada’ piensan en lo que siempre ha sido: pinchar un barril (o dos o…) de cerveza con cualquier noble causa, desde preservar el hábitat del somormujo mediterráneo a ir de viaje de estudios a Benidorm. Bueno, o eso quieren pensar.
Nos vamos yendo, pero habrá más ACMEs con la Feria, que ‘la alegría del pueblo andaluz en primavera’, siempre ha dado grandes momentos a esta sección, que no puede despedirse sin citar al tópico de los tópicos cuando se habla de la Feria y los medios informativos: ¡Estalló el Real!