Delirio en la Feria (2): la feriología

Nací en Madrid, en 1965, aunque llevo exactamente media vida viviendo en Jerez. Soy licenciado en CC de la Información (Periodismo) por la Universidad Complutense. He sido jefe de la sección local del Diario de Jerez y también he trabajado en Información Jerez y el Diario Ya (época de Antena 3). He colaborado con El Mundo, Economía y Empresas, Notodo… Soy socio fundador de lavozdelsur.es. He publicado el libro ‘Sherry & Brandy 2.0’ y he redactado el guion del documental sobre el vino de Jerez ‘Sherryland’. Todo esto ha hecho que me vaya haciendo una idea aproximada de las cosas… 

Ambiente del lunes en la el Real de la Feria del Caballo 2022.

Sevilla, Jerez, Sanlúcar, El Puerto, Córdoba, Carnaval de Cádiz (y 2), Chiclana, el Rocío… La sucesión de las ferias y otras fiestas es todos los años más o menos la misma, pero en 2022 da la sensación de que todo está más concentrado. Desde la decisión, seguro que no suficientemente meditada –vamos, que nadie miró el calendario, ni en la pared ni en el móvil- de Jerez de la Fra. de pegarse al final de la feria de Sevilla (coincidiendo incluso un sábado) no hay por ahí unos días libres de festejo casi casi hasta las elecciones autonómicas…

Primavera en la Baja Andalucía, me dirán… un poco comprimido, sí, pero como todos los años. Por eso, porque al final esto es todos los años, está muy avanzada la instauración de los estudios de Feriología, que vendrían a ser dentro de unos años una especialidad médica integral centrada en la prevención y tratamiento de todos los males sanitarios que se derivan de la asistencia a las ferias andaluzas, sin tener en cuenta el quebranto económico, claro está, que queda para otro tipo de profesionales. En el plano formal, los feriólogos, las feriólogas, aspiran a convertirse en los auténticos internistas de las ferias. Ese es el objetivo. El plan de estudios de Feriología recoge importantes materias de especialidades como otorrinolaringología, digestivo, oftalmología, alergología, epidemiología, trauma, un poco de psiquiatría e incluso algo de medicina deportiva, con el fin de que el profesional dé cumplida respuesta sanitaria a cualquier complicación –las expuestas son las más habituales, sin duda- que se pueda dar en ese terreno acotado y, por ello, relativamente fácil de observar, que no deja de ser el real de la feria.

Así es, queridas amigas, estimados amigos: todos sabemos que hay determinados dolores de garganta, de oído, de estómago, diarreas, conjuntivitis, alergias, torceduras de tobillo, idas de olla… que tienen su causa concreta en un ámbito muy delimitado desde el punto de vista tanto espacial como temporal: el real. De hecho, la parte más conservadora del SAS pretendió que estos futuros expertos fueran conocidos como realistas en lugar de feriólogos, aunque finalmente dicha opción fue desechada por las evidentes implicaciones que dicha palabra tiene tanto a nivel político como futbolero, no se pase por alto este segundo matiz.

Pero no se trata simplemente de que el feriólogo sume en su plan de estudios todas esas ramas del saber médico, qué va. Estamos ante una auténtica fuerza de choque que estaría más cerca en su día a día del desembarco de Normandía que de la placidez de un gran hospital. Así es. Donde otros colegas ven suelo por el que acaban de pasar la mopa, la ferióloga solo ve albero, la auténtica antesala de su consulta; mientras otros especialistas se asoman por la ventana y ven césped recién cortado y arbolado, el feriólogo, desde la caseta en la que se apresta a recibir, vislumbra ya posibles causas de alergias y de torceduras de tobillo. Donde el compañero ‘civilizado’ solo experimenta el habitual aburrimiento soso a la hora de comer (y con agua como acompañamiento) en el hospital, la ferióloga en ciernes ve en la comida y el vino que se despacha montañas de acidez que antes o después tendrá que tratar…

La Feriología, ya decimos, solo se entiende desde el conocimiento palmo a palmo del real. Amigas, un dolor de garganta puede estar motivado por múltiples causas, no todos son iguales… y ahí está el feriólogo. Sin entrar en el covid, no es lo mismo que tengas una sobredosis de albero por bailar en la terraza de cualquier caseta a que te haya dado el solano hasta las ocho y que a las nueve ya esté cayendo el relente y te coja con el Fred Perry empapado… no es lo mismo, no. Igual que no es lo mismo una intoxicación real que llevar cuatro horas comiendo gazpacho, salmorejo, gambas, almejas, choco, adobo, tortilla, pimientos, albóndigas, carrillá, pastelitos… y otra vez gambas, choco y adobo, para el que ha llegado tarde, todo ello regado por abundante fino, rebujito y cerveza… y luego digas que te duele la tripa; no, no es lo mismo.

Por ahora en el SAS hay gran satisfacción con el futuro de la Feriología como idea propia. El problema con estos profesionales va a surgir en invierno (en pleno verano no, porque se les dará sus merecidas vacaciones). Al principio se pensó que entre las últimas ferias de octubre y el Carnaval podrían reforzar a los internistas en los hospitales, pero ya se ha constatado que se van a aburrir. Claro, reproducir su ámbito en los hospitales, aunque fuera de manera parcial, echando albero a alguna sala de espera o poniendo algún bidón de rebujito en vez agua, por ejemplo, se estima algo exagerado, aunque sus pacientes habituales en primavera -los feriantes- en invierno también llevan vida, digamos, normal, y no dejan de ser sus enfermos ‘fuera de temporada’: de la suya.

Otra opción sería darles las vacaciones en invierno y mandarlos en verano a otras comunidades autónomas, de apoyo por ejemplo a las fiestas del norte (San Fermines, días grandes, decenas de desembarcos vikingos etílico-festivos, fiestas patronales, fiestas gastronómicas, etc). De Valladolid para arriba, digamos, estaría la línea. La idea no ha sido desechada, pero hay serias dudas: no se está plenamente seguro de cómo influiría en estos profesionales la sustitución del albero por el prado y no solo en el plano metafórico, sino por lo que se refiere también al cambio de los hábitos en la ‘España verde’ y la capacidad de respuesta que podría darse desde la Feriología tal y como está hoy concebida. ¿Cómo responder, por ejemplo, ante casos reales no contemplados en Andalucía? Allá va uno de manual: ¿qué hacer cuando al caer la tarde decenas de tipos y tipas empiezan a echarse el vino tinto por la cabeza cagándose en dios cada tres o cuatro palabras? Allá va otro caso digno de seminario… y de evidente distinto diagnóstico a partir de equis litros: ‘Rebujito y Kalimotxo: tan cerca, tan lejos’…

No, amigas y amigos, cada uno tiene que tener su ámbito. Proponga Andalucía, dado su avance, pero desarrolle cada comunidad autónoma su propio cuerpo de feriólogos, con su nombre y sus atributos adecuados a sus patrones…