Llego de noche a casa cuando empiezan a sonar las campanas. Es la una y media. No sé si es la Catedral –supongo-, San Miguel, el Carmen o hasta el Ayuntamiento (ja, ja, en este caso como que no), que sé ve que vivo en una casa muy abierta a los cuatro puntos cardinales. Iba a acostarme directamente, pero al final me siento en el sofá, pongo la tele en plan ruido de fondo, cojo el libro con el que ando liado y me pongo a leer un rato. Me quedan poco más de veinte páginas y decido apurar a ver si lo acabo, que además mañana –bueno, en realidad ya hoy- es Reyes y seguro que algo de lectura cae. Total, que al cabo de un rato me vence el sueño y aunque me quedan cinco o seis páginas, me digo que ya para mañana… En esto vuelven a sonar las campanas. Miro el reloj: las dos y media.
No tengo seguridad alguna al respecto, pero doy por supuesto que el toque de campanas tiene que ver con la Navidad, con la Adoración de los Reyes Magos, no puede ser otra cosa, las campanas ya no tocan a rebato cuando hay un incendio o se proclama una República o similar. Ay, la Navidad. La Navidad como aliciente político, como arma electoral, como argumento económico, como promoción turística. La nueva Navidad. La Navidad disparatada de Jerez y sus zambombas y zambombás, ahora en versión renovada: sin Cabalgata por el centro… No seré yo, por cierto, quien se queje de que la Cabalgata no pase por el centro, otra cosa es que, efectivamente, piense que es un poco raro, raro de cojones en realidad. Qué fue de aquellos días en que todo el mundo andaba haciendo muc muc, con la suela de los zapatos pegajosa de pisar caramelos, días de sortear, en la medida de lo posible, esas meadas propias de elefante en cada rincón oscuro de cualquier callejuela… cómo no echar de menos esos momentos inolvidables, esos encuentros con gente a la que hace tiempo que no ves y en bares a los que ya no vas y darte cuenta de que en realidad no echas de menos ni a los unos ni a los otros…
Espero que La Granja (es el único barrio que nombro explícitamente porque es en el que han insistido los medios de comunicación, de hecho, se ha llegado a escribir 'la Cabalgata de la Granja') y demás zonas agraciadas hayan disfrutado del cortejo real. De verdad. El PP ya ha avanzado que, si gana, la Cabalgata volverá al centro. Ese es el nivel del debate. Cabalgata en el centro o Cabalgata en el extrarradio. No sería de extrañar que de aquí a las elecciones alguna formación política proponga que la Cabalgata haga la ruta de 9, el bus de Circunvalación ¿por qué no? Yo ahí lo dejo, de gratis. Además, siempre está la baza del circuito de velocidad, que es algo así como contar con un comodín en un concurso de la tele.
Resulta inevitable en esta sección cuando se habla de estos temas no echar un vistazo a lo que ocurre en la némesis navideña de Jerez, es decir, Vigo, ciudad archienemiga durante estos días. A vuela pluma, hay que destacar que la ida de olla de su alcalde es notable. El otro día vi por la tele al propio Abel Caballero diciendo que tiene en mente dejar las luces navideñas del 8 al 15 de enero, que si el comercio esto y lo otro… Bien, está claro que si se ha hecho con el gas, se puede perfectamente 'topar', como dicen ahora nuestros cultos ministros, la Navidad. 'Topemos' la Navidad. Hagámoslo. Alguien va a acabar haciéndose daño… y sí, señor Caballero (salió a relucir este tema durante la entrevista), me consta que tiene a los vecinos del centro de su ciudad hasta las narices de 'su' Navidad. Vaya, como en Jerez. El pasado verano estuve precisamente en Vigo, en un concierto de Iggy Pop. Hacía varios años que no iba y reconozco que tiene muy bien la ciudad. Lo mismo le votan 'también' por eso, señor Caballero…
Al final me meto en la cama pensando en 'los vinos' de Vigo, playa América, unas nécoras, Iggy Pop… No sé si hubo campanas a las tres y media…