La política municipal de Jerez de la Fra tiene últimamente algo así como ritmo de NODO. Echas un vistazo a la prensa o a las redes sociales y ves a la alcaldesa Mamen entregando el bastón de mando de la ciudad a la talla de un cristo. Sigues ojeando papel o pantalla y te encuentras con la inauguración de un museo (centro de interpretación, cultural o como lo llamen) a mayor gloria de una folclórica, como se decía antes -por muy gran artista que fuera, que eso a) no se discute; y b) no es el objeto de este artículo-, todo ello mientras el olor dulzón del azahar empieza a ser mareante y, a lo lejos, cuando este cronista teclea estas líneas, se oye una marcha de Semana Santa que, a decir verdad, no sabe de donde proviene, Viernes de Dolores por la mañana como es, si de algún acto cofrade, un pasito juvenil en la calle o de la casa de algún vecino que ya se frota las manos –y los oídos- ante el inminente comienzo de ‘su’ semana…
Pues eso, a cualquiera de estos dos asuntos le pones la voz engolada con los giros de corte gongorino que narraba las crónicas del NODO y pegas un buen salto en el tiempo. Lo de la entrega del bastón de mando al Cristo de la Viga, por ejemplo. Se trata al parecer de una tradición que data de 1947, es decir, de anteayer, no perdamos la perspectiva, que no rememora una aparición del medievo o una (hipotética) defensa contra la invasión del ejército napoleónico, qué va. Esta tradición la instauró el alcalde Miguel Primo de Rivera en pleno franquismo, huelga decir, y en democracia no ha tenido unanimidad, ni mucho menos. Sin ir más lejos, Pedro Pacheco, preguntado informalmente al respecto, señaló que él “nunca” la llevó a cabo, así que es una tradición sin duda guadianesca, dejémoslo ahí.
Es evidente que, al final, el PSOE ha decidido jugar en Jerez de la Fra la carta cofrade –carta que, por cierto, suele estar envenenada- de cara a las elecciones municipales. Los socialistas nunca han tenido ningún problema en Andalucía con lo que podríamos llamar, en su más amplio sentido, el hecho religioso, ya que cuando se ven relativamente pillados, cuando se les inquiere si no detectan algún tipo de contradicción ideológica, llevan muchos años tirando de manual y en el manual pone que están a favor de todas las expresiones del folclore y la cultura popular de los andaluces, entre las que incluyen, cómo no, la Semana Santa o el Rocío.
Del otro asunto, qué quieren que les diga que ustedes no hayan percibido estos días. Estamos en el centenario del nacimiento de Lola Flores, jerezana universal de la calle Sol… Había un proyecto que llevaba muchos años en el cajón, ha surgido una oportunidad, había sitio, fechas, presupuesto, acuerdo con las hijas de la Faraona y finalmente ha salido adelante. Hasta aquí, perfecto.
Es normal que el gobierno municipal quiera jugar esta baza a menos de dos meses de las elecciones y, en ese juego, también es normal el ensalzamiento de Lola Flores –con matices- como icono pop, ya que tiene muchos ingredientes. De hecho, parte del feminismo y del colectivo LGTBIQ+ reclaman hoy su figura. Seguro que Lola –con la que, por cierto, este cronista habló en dos ocasiones… si quieren hago una pequeña coda al final del artículo y se lo cuento con más detalle— era una mujer de una gran personalidad, sin duda de mentalidad abierta y con prejuicios los justos, pero es evidente que a ella parece que le ha tocado ‘cara’ en esta lotería que supone eso tan actual de que se juzgue con criterios imperantes en esta época hechos y vidas pasadas. Se ha hablado más arriba de “matices”… y es que parece ahora que Lola no tuvo ‘cara B’. Vivió, vaya si vivió, los tiempos duros y los tiempos que luego para ella fueron buenos, pero no para todos los españoles. Ensálcese a la artista, quedémonos con el “si me queréis…” y bajemos el volumen de etiquetas, fantasías, apócrifos o ‘fakes’, tantas veces parciales cuando no abiertamente interesados.
A modo de coda: efectivamente, este cronista habló con Lola Flores en dos ocasiones… por desgracia las dos por teléfono. La primera, en 1990 o 91, relacionada con sus problemas con Hacienda. Ella estaba en Madrid. La segunda, cuando cerró una campaña electoral andalucista en Jerez, unos años más tarde. Esa vez quedamos en el Hotel Jerez y al llegar para entrevistarla me dijeron que estaba cansada, en su habitación, que accedía a hablar conmigo diez minutos, pero por teléfono desde el propio hotel (lo de los móviles estaba empezando). Así fue. Debo decir que las dos veces se mostró más que correcta, muy amable. Lo ocurrido en la segunda vez fue algo frustrante, claro, pero estas cosas pasan…