Luego hablaremos de trenes

Va a ser que los políticos, los nuestros, los de la provincia de Cádiz, siguen en pandemia…

Carlos Piedras, nuevo jefe de Edición y Opinión de lavozdelsur.es, en un retrato en la redacción del periódico.

Nací en Madrid, en 1965, aunque llevo exactamente media vida viviendo en Jerez. Soy licenciado en CC de la Información (Periodismo) por la Universidad Complutense. He sido jefe de la sección local del Diario de Jerez y también he trabajado en Información Jerez y el Diario Ya (época de Antena 3). He colaborado con El Mundo, Economía y Empresas, Notodo… Soy socio fundador y colaborador habitual de lavozdelsur.es. Últimamente he publicado el libro ‘Sherry & Brandy 2.0’ y he redactado el guion del documental sobre el vino de Jerez ‘Sherryland’. Todo esto ha hecho que me vaya haciendo una idea aproximada de las cosas… 

Un Alvia en la estación de Jerez en dirección Cádiz.
Un Alvia en la estación de Jerez en dirección Cádiz. CANDELA NÚÑEZ

Les advierto que más adelante hablaremos de trenes. Lo digo por si alguien piensa en abandonar rápido este artículo, con lo que contravendría una de las máximas, no escritas, de la lectura: en los libros de trenes siempre pasa algo, de Agatha Christie a Antonio Orejudo, pasando por Patricia Highsmith, claro está. Así que, ya saben, en tres o cuatro minutos estaremos hablando de trenes, no desesperen…

Tras este breve prefacio a modo de advertencia, quería empezar recomendándoles la lectura de Dominio, un libro de Marco d’Eramo en el que el autor analiza, en síntesis, cómo los ricos, con la aquiescencia de los Estados, le han comido la tostada al resto de la población en los últimos 50 años. En el libro aborda muchos temas económicos, por supuesto, pero tiene otros aspectos sociales que resultan muy curiosos; les voy a contar uno que viene al caso del artículo y que, aunque en un primer vistazo pueda parecer un tema menor, una lectura sosegada da mucho que pensar. D’Eramo viene a cuestionar la necesidad creciente de planificar nuestros viajes y vacaciones a dos, tres, cuatro, seis meses vista… el autor no ve este tema como una bendición, qué va, lo ve como una trampa, ya que resalta que hay una cara B: en contraposición está la imposibilidad creciente de planificar cualquier cosa sobre la marcha, de un día para otro, en nombre de tu propia libertad (y tus necesidades no previstas). 

Viajes, vacaciones… hoy en día todo tiene que reservarse con mucha antelación, exactamente la misma que supone decidir meses antes dónde y cuándo quieres ir, mientras que decir (y hacer) “mañana mismo estoy en …” y póngase lo que se quiera sobre los puntos suspensivos, se ha convertido en algo casi imposible si hablamos de trenes o aviones de por medio, tanto por precio como por simple disponibilidad (lo que además nos llevaría a otro debate, en la medida en que se nos está pidiendo que el coche se use lo menos posible para luchar contra el cambio climático, petición en absoluto acompañada por el momento de la debida respuesta por parte del transporte público). El ensayista italiano piensa que este es un ejemplo palmario –aunque casi imperceptible- de pérdida de libertad individual en cuanto a decisión y espontaneidad frente a la supuesta seguridad que en principio ofrece la planificación, sin reparar en las ataduras que ésta lleva consigo: vidas uniformes, debidamente encauzadas y tabuladas.

Y ojo, que no estamos hablando aquí de trabas a prácticas, digamos, ‘millennials’, como esa de ir al aeropuerto y comprar sobre la marcha billetes baratos en plan ‘last call’ a un sitio sin predeterminar, acabar yendo a Oporto, a Ginebra o a Edimburgo, tanto da, en plan ‘random’ a pasar unos días, práctica sin duda divertida pero para la que este cronista llega con las articulaciones ya un poco anquilosadas, aunque le consta que su hermana Larrakel la ha disfrutado o padecido alguna vez (lo que tiene llamarse ‘la’ Raquel: al final tus hermanos te convierten en un hipotético medio defensivo del Athletic Club), qué va, les quería decir que cuando buscas un billete “para esta tarde” o “para mañana” las más de las veces es porque realmente te hace falta, porque ha pasado algo y que no suele ser bueno…

Ahora voy a contarles un ejemplo práctico. Me hablan de una pareja radicada al 50% en Madrid y al 50% en Jerez de la Fra que, cuando puede, procura hacer vida común en Jerez, que se ve que les gusta más. Se trata de dos personas que lo ganan razonablemente bien y que, de hecho, de manera paralela a sus empleos, han emprendido un negocio en Jerez, pero que estarían pensando en desmontarlo todo e irse a vivir a Málaga, manteniendo el mismo plan, cambiar Jerez por Málaga sin tocar lo de Madrid, vaya. Claro, Málaga, pensará el conspicuo lector, la intrépida lectora, una de las ciudades de moda en Europa, una de las que de verdad está pillando tras la pandemia ‘eso’ que se da en llamar ‘nómadas digitales’… bien, algo de eso puede que haya, pero no. El clima de Jerez es, en general, más que aceptable, pero el de Málaga es más templado en verano e invierno… se acepta, pero no parece algo decisivo; está el mar, claro, pero Jerez hoy es segunda línea de playa y, por supuesto, no vamos a comparar las playas de la provincia de Cádiz con las de Málaga, para qué. El pulso de ciudad, lo que hemos comentado de lugar de moda, pues de acuerdo… pero no, qué va, tampoco. No es por nada de eso. Todo radica en que la persona de Madrid tiene facilidad para acumular días, pero le cambian a veces turnos o ella puede cambiarlos… total que le resulta fácil juntarse dos veces al mes con cuatro o cinco días seguidos e incluso una semana, pero no tiene la misma facilidad para planificarlo. Conclusión, que volvemos a D’Eramo: un quinario andar encontrando billetes de tren o de avión de un día para otro, que cuando no le falla la ida le falla la vuelta, y si encuentra los dos es con aplicación rigurosa de la oferta y la demanda, que qué servicio público ni servicio público… Pues eso, hartos de los evidentes problemas de comunicación que tiene la provincia de Cádiz, que en lo que se refiere al tren salvo por la no obligatoriedad de la mascarilla sigue técnicamente en pandemia, esta pareja jerezano-madrileña ha decidido que tal vez Málaga (por cierto, Jerez y Bahía suman más población que la capital de la Costa del Sol) sea su próximo sitio, al constatar las múltiples conexiones ferroviarias y aéreas de que dispone, con especial atención a Madrid.

Pues ya ven, lectores y lectoras: terminaron apareciendo los trenes, aunque desgraciadamente haya sido como problema. Así es y llevamos meses diciéndolo desde aquí a modo de titular rotundo ‘a una línea’, como se dice en el argot periodístico: Renfe mantiene la pandemia en Cádiz. Así de simple. Tres trenes diarios a Madrid. Solo tres trenes para arriba y otros tres para abajo, cuando llegó a haber cinco, con picos en temporada turística de seis. Ah, y cogiendo y dejando gente en Córdoba y Sevilla, ciudades con conexiones propias con Madrid. Eso es lo que tenemos, mientras anuncian un nuevo apeadero en Jerez, que francamente, como que no se habla de otra cosa en los bares. Por eso, volvemos a decirlo: no sabemos dónde están los alcaldes de los ayuntamientos afectados por esta situación, ni tampoco qué hace, dice o piensa la Diputación, no sabemos por qué nadie levanta la voz. Va a ser que los políticos, los nuestros, los de la provincia de Cádiz, siguen en pandemia…

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