María José García-Pelayo será, con toda probabilidad, candidata del PP a la alcaldía de Jerez. Lo adelantó hace unos días Paco Sánchez Múgica en estas páginas digitales y, al parecer, con la seriedad que debe tener una buena broma, “está a falta de un papel”, según le han comentado a este cronista eso que se suele decir en el argot periodístico “fuentes bien informadas”. ¿Sorpresa? Bueno, son las mismas que hace unos meses ya le advirtieron de que esa opción estaba encima de la mesa, así que no tanto...
Pese a lo llamativo que puede resultar, no se trata en realidad de una maniobra, de lo que se entiende por una maniobra en política. Su más que posible candidatura a la alcaldía, en detrimento del otro gran protagonista, Antonio Saldaña, claro, se basa más bien en un cúmulo de hechos y circunstancias, en el que se van sumando cosas de aquí y de allá, que van desde ajustes internos en función de los nuevos liderazgos del partido -tanto en Madrid… como en Sevilla, que también tenía cosas, digamos, todavía pendientes de resolución- a otro tipo de cuestiones de corte más personal, de puertas que se abren, se cierran y se vuelven a abrir en política para los dos protagonistas de esta trama.
Una vez que se desestimó –de nuevo- la posible opción de Ana Mestre, no se puede hablar propiamente de vencedores y vencidos ni de enfrentamiento entre ambos, porque no ha habido como tal una pugna interna. Uno de ellos, Saldaña, quería un puesto y el partido no ha visto conveniente que fuera de nuevo el candidato y, y para la otra, para Pelayo, ser candidata a la alcaldía no se trataba, digamos, de su principal aspiración, pero… pero la política tiene estas cosas. Si vuelve a ser alcaldesa por tercera vez, se cerraría el círculo de su carrera política. Si no, seguramente el partido le buscaría algo más adelante, bien en Cádiz, Sevilla o Madrid, donde hay que recordar que ahora mismo es diputada.
Verán, hay un documental y un libro sobre la vida de Manuel Chaves Nogales, el periodista sevillano de los tiempos de la República considerado, sin duda, uno de los más brillantes del siglo XX en España. ‘El hombre que estaba allí’, se llaman ambos, parafraseando uno de sus libros más famosos, ‘El maestro Juan Martínez que estaba allí’. Pues bien… para bien o para mal –en realidad ese no es el caso- Pelayo es en el PP, sencillamente, la mujer que siempre ha estado allí, entendiendo por allí Jerez de la Frontera, claro está. Les pongo un ejemplo: alejado como está este cronista de la primera línea informativa, hace unos meses pregunté a los compañeros –ni recuerdo qué estaba escribiendo- quién estaba al frente del PP en Jerez y me respondieron que Pelayo, a lo que respondí que sí, que seguro, que no me cabía duda, pero que lo que quería era saber quién era el o la presidente, el que mandaba nominalmente, a lo que me volvieron a decir lo mismo. “Joder, te lo acabo de decir: Pelayo”. Pues eso, ya ven: la mujer que siempre estuvo allí… algo que no debe leerse, al menos no necesariamente, como una especie de piropo o similar, ya que entre otras cosas hace como diez años que el partido no celebra un congreso local, una anomalía de primer orden en la que tiene mucho que ver el control que ejerce sobre el mismo lo que podríamos llamar la ‘vieja guardia’, encabezada además de por la propia Pelayo por otros históricos como Aurelio Romero.
De confirmarse “el papel” que falta, por seguir la broma, y comparecer como cabeza de lista del PP ante el electorado, Pelayo, más que a sus rivales del resto de candidaturas, se encontraría en disposición de medirse a sí misma. A estas alturas, este cronista lo ve así. Así de simple y así de complicado. Un animal político de primer orden –algo que nadie le discute, empezando por sus enemigos, aunque sea en privado- ante un desafío también de primera, en el que su indudable valía como política tendrá siempre enfrente los importantes errores cometidos durante su gestión al frente del Ayuntamiento de Jerez, caso del ERE municipal, la venta-regalo de Ajemsa o la sombra de la Gurtel. Ah, y el paso del tiempo, claro. Es todavía una persona joven, de cincuenta y pocos, pero ‘estar siempre allí’, llevar casi tres décadas en la política municipal, también puede que tenga sus contraindicaciones, claro.