¿Queríamos lluvia? Pues Bernard es lo que se despacha, amigos de Andalucía occidental (y no tanto). ¿Los turistas que nos visitan y que hacen que los precios en la playa se hayan puesto imposible –se acabó el gran secreto gaditano– no ‘exigen’ que haga sol en eso que llaman técnicamente el sur? Pues sequía es lo que tenemos, amigas. Una mezcla de diluvios y sequía. No sé… ¿El clima de Djibouti, tal vez el de Burundi? El cronista ha elegido citar estos dos países no de manera arbitraria, como podría parecer por el tono, incluso relativamente jocoso, con un evidente y desagradable punto colonial, sino sencillamente porque ha ido a comprobar en un mapa algo que ya sabía, que se trata de países muy pequeños y muy alejados… en los que además es muy posible que con frecuencia haya sequía y cuando llueva, diluvie. Sin más. No va a ser en estas líneas donde dé comienzo un nuevo problema diplomático para este viejo país.
Total, que estamos viviendo una evidente época de excesos, de toma dos tazas, como se decía antiguamente. A punto de empezar noviembre –y después de los chaparrones de lluvia ‘al estilo normal’, eso sí, del jueves– el cronista está en la terraza de su casa escribiendo estas líneas en manga corta y pantalón corto… les recuerdo que en puertas del Día de Todos los Santos e inicio del mes de noviembre, Brumario para los revolucionarios (21 octubre a 20 de noviembre), que el nombre puede ser muy bonito, pero no se ajusta exactamente a la climatología del sur.
Esta crónica de la semana ha comenzado deliberadamente hablando del tiempo porque hay poco de lo que hablar en otros planos, como el político, a la espera de que haya (o no) investidura y se anime 'un poco' el cotarro. Pues en esas estamos. Ya saben que cuando dos extraños se encuentran en un ascensor y alguno siente la necesidad de ir más allá del “buenos días”, el tiempo es sin lugar a dudas el refugio al que acudir, no se van a poner a hablar de política o de fútbol, arenas movedizas las dos.
Hablar del tiempo, en definitiva, deviene casi en un signo de civilización en el ascensor. Otra cosa es cuando el clima se convierte en algo extremo, como el que estamos viviendo. En ese caso hay que tener un poco más de cuidado con quién es el interlocutor. No es lo mismo decir “qué día más bueno, cómo pica el sol, ¿no es un poco raro para el mes que estamos ya tanto calor?”, como el Lobo López de Kiko Veneno –nótese, por cierto, que el cambio climático sobrevuela ya esta canción que hace tiempo cumplió los treinta años–, que comenzar a analizar los estragos causados por Bernard en no sé, pongamos por caso, la muy noble y muy leal ciudad de Jerez de la Fra. Ahí hay que andarse con cuidado, amigas y amigos. A ver, en plan inocente, cuando el ascensor ya va por el segundo piso, dices “hay que ver los destrozos del vendaval del domingo” y te puedes llevar un “es que esta ciudad está hecha una puta mierda, aquí nadie cuida nada”, así, sin anestesia, como diría un conocido periodista local.
Y una de tres, ante tal respuesta (a) te callas, (b) le das la razón al señor ‘Puta Mierda’… por cierto, estamos dando por supuesto que es un señor, ciertamente no acaba de parecer una respuesta de señora, pero hoy en día sus baños en los bares suelen estar igual de sucios que los de los hombres… y (c) no estás de acuerdo y se lo haces saber: “esto son cosas de la naturaleza, son imponderables, cosas que pasan”… y a ver qué sucede, que lo mismo te llevas un buen exabrupto o incluso un mamporro. Ah, se me acaba de ocurrir, (d) vas y te choteas del nota, con dos posibilidades: (d1) te haces el religioso y le sueltas “es una maldición bíblica, un merecido castigo divino” o (d2) te haces el entendido en política local y le dices “la verdad es que estas cosas no pasaban cuando estaba José Antonio Díaz en Urbanismo”. Ahí, a su vez, caben dos posibilidades de respuesta por parte del señor ‘Puta Mierda’: o es votante socialista y te da la razón, incluso te hace un guiño con una inequívoca frase tipo “qué grande, José Antonio ‘Plataforma Única’ Díaz” o, caso contrario, prepárate para que cambie de lado lo de las imprecaciones bíblicas. Ah, habría una tercera opción, que es simplemente “hasta luego, yo me bajo aquí”, por cualquiera de los dos, que tampoco hay que descartar. Ya es bastante rato de ascensor y no es que Jerez de la Fra tenga muchos rascacielos…