Esta ha sido, sin duda, la semana de Antonio Saldaña. Contra quienes le daban por muerto –en términos estrictamente políticos, se entiende- tras las elecciones municipales este cronista ya dijo la misma noche electoral en unas declaraciones radiofónicas (por ahí andarán) que el candidato del PP a la alcaldía había salvado los muebles. Esa apreciación la repetí después, con unas cervezas por delante, ante un nutrido grupo de gente que se ve a sí misma de izquierda, con lo que conseguí que definitivamente cada vez más personal me vea en esos círculos como friki, provocador gratuito o definitivamente gagá, a elegir.
Ahora, su nombramiento como portavoz del grupo popular en Diputación viene a apuntalar el olfato de este cronista la noche electoral. Cuando sacas nueve y la extrapolación de los anteriores comicios te daba seis, está claro que has mantenido el tipo. Es fácil de entender. Aunque antes tuvieras once. Y eso en un contexto en el que el bloque de derechas (donde Ciudadanos se ha metido solito por si alguien dudaba) estuvo a dos o tres cientos de votos de sumar catorce concejales, que a ver qué hubiera pasado con la victoria socialista, a ver qué hubiera hecho Ciudadanos. Vox se quedó a una décima de obtener un concejal e incluso es obvio que la opción independiente de Álvaro de la Calle (2.643 votos, casi un concejal en la proyección de D’Hondt) tuvo su caladero más en la margen derecha de la ‘corriente’ electoral que en la izquierda.
Está claro que el PP así lo ha entendido –ahí está su nombramiento- y tras sentirse plenamente respaldado Saldaña ha comenzado a dar titulares. A manojillo. El lector es muy libre de entender que las más significativas han sido sus declaraciones de satisfacción tras oír al consejero Juan Bravo apostar por un trato “especial” en términos financieros y económicos para Jerez, pero tal vez desde un punto de vista periodístico, a estas alturas de la película, resulte más interesante su inusitada apuesta por las patatas fritas Bonilla. Ahí Saldaña ha pillado a todo el mundo despistado. ¿Se trata de una declaración estrictamente gastronómica en un momento de euforia tras abrir una chispeante bolsa en compañía de unos amigos y unas cervezas o, muy lejos de este alborozo, su defensa de la fábrica local de tubérculos fritos encierra algún mensaje semi oculto de cara a Sevilla, a la Junta, para ser más exactos? El cronista apuesta por esta segunda línea de actuación, por lo que ha decidido ir adelantando el trabajo a Saldaña las próximas semanas: Félix Moreno (venta y reparación de automóviles); Pedro Moreno Peluqueros; Asador Moreno; Farmacia Óptica Ramón Pérez Moreno; Martín Moreno (joyería); Antonio Moreno (acupuntura) y, por supuesto, la escuela de baile de María del Mar Moreno… son todos nombres susceptibles de aparecer en próximas recomendaciones de Saldaña, bien por separado bien ocupando una agenda completa diaria: llevar el coche a reparar, ir a la peluquería, comprar joyas, medicamentos y concluir con una ‘pataíta’… Eso sí, todo en clave local, como por casualidad, sin querer ‘enviar’ ningún mensaje a Sevilla (a la Junta, para ser más exactos).
Coda: Este artículo estaba más que terminado cuando leo que Antonio Saldaña ha hecho un nuevo llamamiento al consumo de productos locales: unos picos que se hacen en Gibalbín. Después de este giro inesperado y ante la imposibilidad de reformar el artículo de p a p, digo de pe a pa, el cronista propone al lector permanecer a la espera a ver si el próximo producto que recomienda el líder popular, tras los picos, es jamón o caña de lomo. Eso sí puede ser otra pista…