Fue entrar en el despacho de Alcaldía y empezar a tener un mal pálpito, una mala ‘vibra’, como dicen en muchos países de América. Abel Caballero, el alcalde de Vigo, canturreaba un villancico que había escuchado en la radio del coche, el del burrito sabanero, mientras curioseaba por encima unos documentos que le habían dejado encima de la mesa para la firma, todo rutinario, todo normal, pero su infalible instinto le decía que algo no iba bien. Veinte minutos después de comenzar a trabajar se produjo la llamada. Él sabía perfectamente que esa era la llamada. Ahora saldría de dudas.
-Abel, echa un vistazo al resumen del día que te he mandado -le dijo su jefe de prensa-.
-¿Jerez? -Una sola palabra, una pregunta por toda respuesta en boca del alcalde, todo muy gallego-.
-Sí, Jerez –dijo su jefe de prensa-, claro.
Abel Caballero colgó mientras un hilillo de sudor frío empezaba a recorrerle la espalda y no era cosa de que la calefacción estuviese muy fuerte, qué va. Era Jerez. Otra vez Jerez de la Fra. El archienemigo navideño de Vigo. ¿Qué se les habría ocurrido esta vez a esos andaluces? Abrió el resumen de prensa y allí estaba el titular: “las atracciones del Hontoria en Navidad funcionarán los fines de semana del 10 de diciembre al 8 de enero y serán gratuitas con invitación previa”. El alcalde de Vigo supuso que el Hontoria era un parque importante de dicha ciudad, algo así como el de Castrelos, y comenzó a leer la noticia, hasta que llegó a “16 atracciones”, “reparto por los centros educativos”, “35.000 niños y veinte tickets por cabeza”… en ese momento comenzó a dolerle la suya y pidió que la trajeran un vaso de agua con un analgésico. Siguió leyendo sobre el tema y reparó en algunas cosas que esta vez no entendía por completo: al parecer era una iniciativa de una fundación de un empresario llamado José Luis López, conocido como el Turronero, natural de Ubrique y que ha tenido algunos problemas con la justicia, por lo que la iniciativa del parque de atracciones no era del agrado de todos los concejales de la Corporación, que en Jerez de la Fra, aunque ganó y gobierna su partido, no es la apisonadora de Vigo…
Caballero este año se las prometía muy felices, con Vigo sentado a la mesa de NYC… o más bien con NYC sentado a la mesa de VGO, nomenclátor de su aeropuerto. Ha habido algunas iniciativas en Alicante y Sevilla, pero parecía que Jerez de la Fra cejaba en su empeño. Sí, Jerez tiene sus zambombas y tal –se decía para sí mismo el prócer vigués–, pero tiene muchas menos luces y bolas; es cierto que va gente, pero está muy lejos de las cifras de Vigo. Nada, nada, NYC. Vigo no tendrá su Rockefeller Center, pero tiene la Piedra y las ostras, hostia. Todo iba tan bien y ahora esto de Jerez, que es un pelotazo. Un pelotazo de la leche…
El alcalde imaginó el tiempo que a partir del día 10 de diciembre, fecha que leyó que comenzaría a funcionar, le iban a dedicar las televisiones al parque de atracciones gratuito de Jerez –Turronelandia, leyó por ahí que lo había bautizado ya algún periodista guasón, que se creen siempre muy graciosos- y pensó que, de alguna manera todo ese tiempo iba en detrimento de Vigo, de su adorada Navidad viguesa… ¡Y siempre en fin de semana!
De pronto, el alcalde tuvo una idea. Cogió el móvil y marcó el teléfono de su delegado de Educación. “Oye, ¿has leído el resumen de prensa? ¿No? ¿Tenemos tiempo para hacer algo grande, muy grande, con los alumnos de los colegios e institutos para la Navidad? “¿Sí? Te voy contando lo que se me ha ocurrido. Se trataría de…”.