La situación política para la izquierda andaluza no es un camino de rosas precisamente después del 2D. Por primera vez en la historia, el gobierno de la Junta no está presidido por un alto dirigente del Partido Socialista, sino por alguien del Partido Popular. Esto genera una gran incertidumbre, y debemos estar preparados para luchar por defender los derechos que nos quieran arrebatar. A esto hay que sumarle la irrupción de Vox en el sistema político andaluz, y muy pronto, en todo el estado español.
Al otro lado del espectro político, nos encontramos con algo novedoso: Adelante Andalucía, una coalición electoral de multitud de partidos con ambición transformadora en nuestra sociedad. Como ya sabéis, Adelante Andalucía ha sacado algo más de un 16% de los votos, lo que se ha considerado como un fracaso, al no sumar los votos que obtuvieron Podemos e Izquierda Unida en las elecciones de 2015.
Pese a esto, no creo que el resultado electoral sea una derrota. Hay que entender que has situaciones políticas eran muy distintas. 2015 fue un año de grandes movilizaciones: de la Marea Verde, de la Marea Blanca, de las Marchas de la Dignidad, y un largo etcétera que tenía a la izquierda organizada, activa políticamente, y en la calle. Tres años después, solo hace falta asomarse a la calle para ver que la realidad ha cambiado mucho. La organización y la movilización social ha perdido mucho peso. ¿Qué ha pasado? Muchas personas han vuelto al sofá de su casa, donde se está mucho más calentito que pegando carteles a las 12 de la noche. Otras se han apoltronado en las estructuras de los partidos, olvidando que un partido de izquierdas, sin gente en la calle, no tiene más poder que el que le den X sillas en un parlamento. Sin embargo, no es momento de señalar puñales, y clavar más cuchillos entre los nuestros. Es momento que encontrar soluciones.
La primera solución es volver a donde estábamos cuando estábamos más fuertes, con la movilización social. Es cierto que no existen grandes conflictos como los que había en esos años, o que estos ya están normalizados, asumidos por la sociedad, y no los vemos como un ataque a nosotros mismos. Por ello debemos usar otros métodos.
En los manuales de Ciencia Política dicen que los partidos de masas eran un espacio de socialización de sus militantes y afines. Un espacio donde se hacía vida, más allá de lo que hoy día entendemos como política. En aquellos momentos, los partidos estaban pegados a la gente; compartían cervezas, música, ayudaban directamente a la ciudadanía. Hay que volver a esa senda, a la senda de un partido que camine contigo, que te ayude, y que no sientas que solo está ahí para pedirte un voto cada 4 años.
Necesitamos un partido vivo, ágil, que esté con la gente. Un partido que organice verbenas en verano, que dé clase particulares a un precio económico para que los hijos de las gentes más desfavorecidas puedan recibir ayuda. Un partido que organice partidos de futbol, conciertos de música, que de espacio a los pequeños comerciantes para que se organicen, unidos.
Esto no significa olvidar el conflicto social, Adelante Andalucía debe estar siempre ahí, apoyando a los trabajadores de quien quiere pisotear sus derechos. No es algo excluyente, a la par que necesario, para generar mayoría social, y esa mayoría se cristalizará en los parlamentos.