La clase obrera siempre ha ganado sus batallas con la solidaridad de los trabajadores, herramienta que ha cortado el paso a la avaricia interminable de las empresas, que solo se han preocupado de obtener beneficio a costa de la explotación de las personas que trabajan para ellos.
No todos los empresarios son iguales, pero en esa desmesurada carrera de estos por tener a los trabajadores más precarizados y donde algunas veces se roza la esclavitud, los sindicatos aportan banderas que se suelen ver en el suelo amontonadas o enarboladas a pares por quienes sí muestran solidaridad con sus compañeros.
¿No se dan cuenta las organizaciones sindicales de que estos empresarios no se dejan intimidar por el ondear de banderas? ¿Qué no es ese el camino para defender los derechos de los trabajadores? ¿Por qué la cantidad de representantes sindicales que cuentan con horas sindicales no acuden a la llamada de los que están pidiendo socorro?
En mi vida laboral le dimos más importancia a la acción sindical que a la gestión de la propaganda sindical. Cuando caía una bandera en nuestras manos discutíamos por quien la portaba y a la vez nos la llevábamos para volverla a reutilizar. Aquí te das cuenta de lo que han cambiado los tiempos.
Hemos estados concentrado en las puertas de SuperSol porque sobre las personas que trabajan en esta empresa, está planeando un expediente y, en la situación laboral que se está viviendo en este país, el futuro se ve negro y oscuro y más cuando este se va a ejecutar con la máxima violencia en la provincia de Cádiz, que ostenta el humillante récord de desempleo nacional.
La respuesta tiene que ser firme tanto de las autoridades laborales, como de las organizaciones sindicales, en esta provincia no podemos permitir que se nos sigan escapando los empresarios con los bolsillos llenos y dejen un rastro de miseria detrás.
Contra eso solo cabe más solidaridad y menos banderas.
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