“Esta colonia de gatos existe desde hace más de 10 años a pesar de haber sufrido varios episodios de exterminio. Uno de ellos, en 2013, ese año fue tapiado uno de los edificios donde los animales se refugiaban, sin mirar si los gatos estaban escondidos dentro o no. Esa misma noche unos desalmados prendieron fuego al edificio, y aunque los hechos fueron debidamente denunciados a Medio Ambiente, todo quedó en agua de borrajas.”
Se tiene constancia de un mínimo de dos intervenciones más de Medio Ambiente en la zona: colocación de jaulas trampa y traslado de los gatos a Zoosanitario, donde su rastro se pierde.
A día de hoy hay unos 20 gatos, por lo que tenemos todo el derecho a dudar de la eficacia de los métodos utilizados hasta ahora, y algunos particulares, vecinos de la zona, han decidido que es hora de controlar la población. Las nuevas armas son jaulas trampa pagadas de sus bolsillos, pastillas y pipetas para desparasitar y un veterinario cualificado.
El plan de trabajo, esterilizar todos los gatos de la zona, machos y hembras, desparasitarlos y, si llegara ayuda pública, vacunarlos.
Los resultados que se pretenden obtener a corto plazo, y siempre que no haya abandonos, son la estabilización del número de animales, una disminución y posterior erradicación de los marcajes, con los que desaparecerían también los malos olores y las peleas nocturnas de los machos en celo.
A medio-largo plazo se conseguirá que la colonia desaparezca. Cuando hablamos de largo plazo estamos pensando en unos 6 años, que es el tiempo de vida estimado de un gato castrado en la calle. El factor más importante para conseguirlo: erradicar los abandonos y las pérdidas de gatos caseros sin esterilizar. Esta es la segunda actuación llevada a cabo por vecinos del centro, la primera colonia ya está totalmente controlada, todos los animales están esterilizados y desparasitados, algunos de ellos incluso vacunados. No han salido en el periódico, nadie ha hablado de ellos, y es que el trabajo por la comunidad sólo pretende mejorar la convivencia. Mientras, seguimos esperando que el presidente de los vecinos del centro quiera hablar con las asociaciones de la ciudad para llevar a cabo un plan de acción en la Calle Morenos o en el Alcázar. Esta semana volvemos a tener en prensa un claro ejemplo de que los mitos y leyendas no son más que cuentos que contarles a los niños en las tardes de lluvia. En 2013 también, año fatídico para los gatos jerezanos, se denunció a bombo y platillo que una colonia de gatos de la zona sur había contaminado de pulgas las instalaciones de un Centro Educativo. Medio Ambiente, atendiendo al clamor popular, intervino con los medios a su alcance en aquel momento, el resultado decenas de gatos fueron a dar con sus huesos en una fría jaula de la que no saldrían vivos.
Pero este no es el único resultado de esa intervención, no, porque en 2018 sigue habiendo gatos en la zona, a pesar de que se dedican más de 300.000€ anuales de las arcas municipales a la retirada de animales de la vía pública. Sin embargo, lo más llamativo de toda la historia es que no hemos aprendido nada, seguimos siendo deliberadamente ignorantes, supongo que por comodidad.
Seis años después de aquella plaga de pulgas supuestamente causada por una colonia de gatos, y digo supuestamente a sabiendas de que con el tiempo se descubrió cuál era la verdadera fuente de esa plaga... eso ya no fue noticia... vuelven las pulgas y volvemos a la caza de brujas, la culpa, a la colonia de gatos.
Desde aquí quiero agradecer de corazón la puntualización hecha por el equipo directivo del Centro Educativo afectado ¿porqué no hay pulgas en el turno de mañana? A lo que tengo que añadir que, por desgracia, no es el único Centro Educativo con una colonia de gatos en las proximidades y en ninguno más hay pulgas, y que “llegar al instituto de forma vehiculada” también puede significar que alguien las trae en la ropa o el calzado, no sería el primer caso.
Espero sinceramente que tanto la administración pública competente como la empresa privada contratada investiguen estos aspectos del problema a fondo, probablemente llegarán a la misma conclusión que hace años, las brujas no eran la fuente de todos los males de la zona y se habían señalado y sacrificado inocentes.
Ana Heras Sevilla, activista que colabora con varias colonias felinas.
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