Hubo un día en el que Lionel Andrés Messi Cuccittini, Leo Messi, me representó. Su aparición, su lucha por un sueño. Pero como en todo cuento de hadas, una vez que alcanzó lo más alto y consiguió el particular sueño americano de todo futbolista, dejó de hacerlo.
Sin duda alguna, Messi es un referente futbolístico. Pero déjenlo ahí, en una cancha de fútbol y con un balón en el pie. No lo saquen de ese fotograma, porque entonces la película de culto pasa a ser de serie B.
No lo muestren a los más pequeños como un ídolo al que emular, una referencia a la que intentar acercarse. Porque Messi no es nada, más allá de un futbolista excepcional. Uno de los mejores de todos los tiempos, sí. Pero únicamente juega al fútbol.
Mirarse en el espejo del jugador argentino es un error para quien empieza en esto del fútbol. Porque Messi no hay más que uno, como no hubo otro Diego Armando Maradona, por mucho que los comparen.
El caso de Messi es excepcional. Por todo lo que rodea su historia. Desde su llegada (y la forma en que lo hizo) al FC Barcelona a su meteórica carrera. Bien hilada, su trayectoria es de cuento, pero como suele ocurrir, el peligro puede aparecer a la vuelta de la esquina o tras el árbol de un bosque.
También tendría que ser motivo de estudio todo lo que supone el negocio de la marca Messi, nada educativo para las nuevas generaciones. Esas continuas renovaciones y las correspondientes portadas que iban dejando constancia de sueldos estratosféricos.
"El fútbol es hoy en día puro mercadeo, un juego de intereses económicos tanto colectivos como individuales"
En el fútbol profesional está muy de moda jurar amor eterno por un lado mientras por el otro se abre la bolsa del dinero. Y todo porque viven en una realidad paralela, gracias al negocio que genera el fútbol, y que está sustentado al final y al cabo por gente que a veces suda para llegar a fin de mes. ¿Estallará algún día la burbuja del fútbol?
La marcha de Messi del club blaugrana es un fiel reflejo del lugar a ninguna parte en el que viaja el considerado deporte rey por estos lares. Sin dinero no hay paraíso, ya sea para clubes o jugadores, auténticas multinacionales. Porque hay que llamar a cada cosa por su nombre. El fútbol es hoy en día puro mercadeo, un juego de intereses económicos tanto colectivos como individuales. El sentimiento ha muerto.
Poco importan ya los valores, el amor por este deporte. Bueno, en realidad importan mucho, porque no hay negocio sin devoción, sin forofos, sin niños a los que enganchar a un falso latido, al amor a una camiseta o a un jugador.
A propósito de la marcha del ya exjugador del FC Barcelona, igual estaría bien mostrar a los deportistas en formación, al fútbol base, que Messi no juega al fútbol, no dribla con un balón, sino con una bolsa llena de dinero en sus pies. Y no es su culpa, aunque forme parte del espectáculo y tanto él como su entorno se hayan aprovechado de ello.
"Messi no juega al fútbol, no dribla con un balón, sino con una bolsa llena de dinero en sus pies"
No sé cuándo fue que perdimos la perspectiva, que nos arrebataron la razón casi sin darnos cuenta. Sin embargo, nunca es tarde y aún estamos a tiempo de revertir la situación, porque el verdadero fútbol, el que se juega en libertad, donde poco importan los balones de oro y la cuenta corriente está más a mano de lo que imaginamos.
El fútbol está en la calle, en las plazas donde colocaron carteles de prohibido jugar a la pelota, en los campos que cada fin de semana durante muchos meses al año se llenan de voces infantiles, de sentimientos puros y amor por el balón.
Nunca se está más cerca de vivir y disfrutar con el fútbol que cuando lo practicas siendo pelusa o prebenjamín, cuando estás en categoría benjamín, alevín, infantil, cadete y juvenil. Sobre todo si juegas con amigos y en el equipo de tu barrio o ciudad. Si defiendes tu escudo, aunque sea en categoría no profesional. A partir de ahí, el fútbol ya no es fútbol. Es otra cosa distinta.
Por eso, si como reza el spot de la última campaña de abonados del Xerez CD, me dices eso de ‘Si me das a elegir...’, yo, aunque odio el fútbol (base) moderno, me quedo contigo: con el sentimiento, con la pasión, con los valores, las enseñanzas y el aprendizaje del fútbol base. Deporte en estado puro.
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