Mi ídolo

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Joaquín García se llegó a hacer experto en Spinoza, un filósofo que suena a denso (lo reconozco, al contrario de Pablo y Albert, no he leído tampoco a Kant). Seis años cobrando un buen sueldo (27.000 euros anuales) por tocarse la barriga a dos manos -ahora entiendo por qué un manco nunca podrá ser funcionario– dan para mucho. ¿Dónde iba a pasar esto? En Cádiz, a quien muchos recuerdan como la capital del absentismo mundial tras casos flagrantes en empresas como la malograda Delphi, donde al final pagaron justos por pecadores. ¿A quién? A un trabajador municipal. Sigamos engordando el tópico, por si no teníamos bastante.

Recuerdo cuando hace años, como periodista de La Voz de Jerez, escribí sobre funcionarios del Ayuntamiento de esta ciudad que cobraban plus de absentismo, algo así como percibir un extra por no faltar al curro. La noticia no fue trending topic porque no existía Twitter, pero hasta en Forocoches -que era y sigue siendo en parte el ágora digital más popular, donde se habla de todo y a veces hasta de coches– se hicieron eco. Lógico: la indignación fue tremenda.

Y en pleno carnaval nos desayunamos con esto, para que el esperpento sea mayor. De proporciones tragicómicas. La historia ha sido destapada por un senador del PP y parece proclamar a los cuatro vientos un caso de enchufismo socialista. Por lo visto al lumbreras, que además denuncia mobbing -encima llorica– lo pusieron a supervisar -agárrense, como director de Medio Ambiente– en Aguas de Cádiz las obras del centro donde van a parar las aguas fecales. Muy apropiado. Los residuos tienen que salir por algún sitio. Total, que este tipo es mi ídolo. Si no lo digo reviento.