¿Qué hace la Ministra de Defensa española en Mali?. La verdad es que resulta estridente e irrisoria su imagen en Bamako, al lado del Ministro de Defensa maliense, Sadio Cámara, vestido con chilaba y con más de 2 metros de altura. Pero no sólo por eso, es estridente también porque no sabemos qué leches hace el Ejército español allí, donde no le ha llamado nadie.
La ministra Margarita Robles habla de la necesidad de cooperación contra la "inmigración ilegal", y se me revuelve el estómago, porque me acuerdo de muchos chavales malienses que viven en Jerez, que se estarán cagando en sus castas después de haberse jugado la vida en una patera o saltando una valla... para que después la máxima representante del militarismo español les diga que les manda 335 soldaditos para que no haya inmigración ilegal. Nada de vías seguras para migrar, nada de abrir un poquito la embajada para dar visados y asilo, nada de ayudas para comer, nada de frenar un poquito la explotación neocolonial de África...
Usmán, Mohamed, Ibrahim, Seku... son hermanos malienses que viven en mi ciudad desde unos años, con los que comparto horas de té y clases de español, y son los nuevos andaluces de piel negra, aunque ya lo eran cuando fueron expulsados hace siglos de Toledo o Granada y llegaron al Sahel, cagonlaleche, qué corta es la memoria.
Ellos tienen la mala suerte de no ser blancos y rubios como los ucranianos, si no, el ayuntamiento de Jerez ya habría puesto su bandera en los edificios municipales en solidaridad con su pueblo abatido por la guerra, y el gobierno español les habría dado papeles exprés.
Usmán, Mohamed, Ibrahim, Seku... apuran su vaso de té, se ríen de la foto de la ministra, y me cuentan que huyeron de su país por la guerra y el hambre, que son de Kayes (se pronuncia "Cai", mira tú que casualidad) que es la provincia donde avanza el desierto por mor del cambio climático del que tenemos bastante culpa. Me cuentan también que tienen un poquito de esperanza después de que el gobierno panafricanista de Goita haya echado por fin a los militares franceses, que no han dejado de pisar con su zarpa colonialista su bendita tierra, y es que el hierro, el oro, el gas, el petróleo y el uranio son muy golosos.
Me cuentan que este año al menos sus familias comerán, después del acuerdo con Rusia, que provee de alimentos a la población durante un año. También han recibido dos cazas de Putin y han entrado los mercenarios de Wagner. Ahí les digo que no son más armas lo que necesita África, sino mijo y arroz para comer. Usmán se queda pensando y me dice: "es verdad, los militares no trabajan", con su profunda sabiduría bámbara.
En fin, dejamos un rato la charla para hablar del Día de Andalucía: Seku, Ibrahim, Mohamed y Usmán dibujan la bandera de Mali (verde, amarilla y roja) junto a la blanca y verde andaluza. Les explico que el verde, frecuente en muchas banderas africanas, no es sólo el color de la esperanza, sino también el que representa la unidad en el Islam. Que un tal Blas Infante se inspiró en las enseñas verdes de la época de Al - Andalus, y por ahí nos viene la cosa por nuestra parte.
Ibrahim, Mohamed, Usmán y Seku me miran asombrados y me dicen: "pues tú entonces, eres tan africano como nosotros", y vuelven a reírse de la foto de la ministra con el larguirucho de chilaba en Bamako.