De distinta manera se viene trabajando en la provincia en la construcción de museos (o centro de interpretación, en esa jerigonza que usan habitualmente los políticos) dedicados a tres auténticos mitos del flamenco y de la copla. El último de ellos en arrancar es el que tendrá Camarón en su ciudad natal, San Fernando, y que viene a unirse a los de Rocío Jurado, en Chipiona, y el de Lola Flores, en Jerez, todos en distinto grado de ejecución.
Aunque mis gustos musicales no vayan por ahí, a ver qué provincia puede presentar este trío. Aparte de los problemas que se han producido con las familias de estos tres insignes artistas de muy distinta índole —los problemas, digo— llama poderosamente la atención lo que han tardado distintas Administraciones en asumir el tirón turístico de estos tres monstruos, no hay más que repasar cuanto hace que murieron: en el caso de Camarón estamos en el 25 aniversario (aunque su casa se acondicionó para visitas); Lola Flores hace 22 años que falleció —cuánto hace que se viene hablando de la posibilidad de un museo para la Faraona, primero en la calle Sol, ahora en el entorno de la plaza Belén—, mientras Rocío Jurado (una iniciativa distinta) nos dejó hace ya once años…
Es decir, aunque se trata de artistas cuyo trabajo es imperecedero, es un hecho que ha pasado demasiado tiempo en la puesta en marcha de estos tres proyectos, todos con protagonismo a lo largo de 2017. El refranero lo tiene claro: nunca es tarde si la dicha es buena, pero recordando el estupendo titular de la noticia en lavozdelsur.es: "La Isla con Camarón como Memphis con Elvis”, no cabe en cabeza alguna que en Estados Unidos hubiera echado a andar un proyecto sobre el mito del rock’n’roll… en 2002 (Graceland se inauguró como casa museo en 1982, cinco años después de su muerte). Claro que en Estados Unidos no se suele esperar a que llegue dinero público para este tipo de proyectos…