Los animales no humanos no entienden de banderas ni de fronteras; ni de partidos políticos o votos; ni de ideologías o instituciones; ni de lo que es público y lo que resulta privado; ni tan siquiera saben de ética y moral; ni les importa formar parte de una comunidad religiosa o saber si Dios existe; tampoco saben de ciencia, de arte o filosofía y mucho menos de superhéroes o viajes interplanetarios. Sin embargo ellos saben de economía, resuelven problemas, entienden de jerarquías, construyen hogares, defienden su territorio y a sus familias, son capaces de mentir y saber quienes mienten, capaces de aprender y capaces de sentir empatía.
Pero lo más importante es que también tienen capacidad de sufrimiento, sienten emociones, entre otras el miedo, poseen memoria y también cierta cultura que transmiten a las generaciones futuras. En cierta forma no son tan diferentes de nosotros, los animales humanos, de los que evolutivamente nos hemos diferenciado para llegar a ser dueños del único planeta del que se sabe con certeza que alberga vida en el Universo conocido.
Nada de esto tendría valor sin que los descubrimientos de la ciencia hayan puesto de manifiesto que los animales no humanos son poseedores de conciencia. Ellos nos han servido, nos sirven y servirán para que nosotros podamos desarrollar todo nuestro potencial como especie única.
Por ello pagan un alto precio millones de ellos para darnos alimento, vestimenta, medicamentos, técnicas quirúrgicas, conocimiento de nuestra propia evolución y como divertimento. Ese precio no debe ser gratuito para con ellos y lo mínimo que les debemos es gratitud y respeto. Tener mayor consideración con los animales no humanos no nos rebaja como especie que ha sometido siempre a otras a la fuerza para el fin absurdo de considerarnos mejores, es decir, superiores como se hace con nuestra propia especie por diferencias ya no especistas sino ideológicas, económicas, religiosas incluso discriminatorias por discapacidad, género, patria, etc.
Formar parte del concepto One Health/ One Welfare (Una salud/Un Bienestar) y aplicarlo a todos los niveles no solo beneficia al ser humano sino también al resto de las especies y a los ecosistemas donde vivimos. Aquí está la verdadera implicación del hombre como especie, la única capaz de proteger a los suyos y a todos los seres vivos del planeta ya sean plantas, animales o sus hábitats naturales. Seamos dignos, justos y equitativos con nosotros y con la vida.
Hagamos de ello nuestro compromiso vital con la Madre Tierra y seamos “Una para todos y Todos para una”.
El 10 de diciembre se celebra el día de la equidad, la justicia y la dignidad humana (Día de los Derechos Humanos).
Rafael A. Luna Murillo es veterinario, máster en Etología y miembro de EQUO