Mucho ruido y pocas nueces

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No sé yo a ustedes, pero a mí me parece que la regeneración del centro histórico, de la ciudad intramuros, es ya un hecho. 400 años hemos tenido que esperar desde la muerte de los dos autores más célebres de la literatura universal, Cervantes y Shakespeare —dos enamorados por cierto de nuestros caldos—, para que sus bustos se alcen en la denostada plaza del Mercado apuntalando una recuperación que ya es casi un hecho.

A no ser que el equipo de gobierno haya visto gigantes donde sólo había molinos de viento o casas palacio en ruinas, los vecinos de una zona que debería ser el verdadero corazón de Jerez pueden dormir tranquilos. Quijotesco, desde luego, es el empeño de los residentes por poner en valor algo de lo que la ciudad tendría que enorgullecerse y no esconder por su pésimo estado.

"Si mil hijos tuviera, el primer principio que les enseñaría sería abjurar de toda bebida insípida y dedicarse por entero al vino de Jerez", decía por su parte el autor de Romeo y Julieta, Macbeth, Hamlet o Mucho ruido y pocas nueces. Si Shakespeare levantara la cabeza y contemplara el desmantelamiento industrial y bodeguero, seguro que se plantearía el "ser o no ser" de la ciudad del sherry. De momento, será su busto, con el de Cervantes, el encargado de otear si hay progreso en el horizonte de la cacareada revitalización del centro histórico, esa rimbombante palabra de nuestros gobernantes, legislatura tras legislatura, que no pasa de buenas intenciones. La Ciudad del Flamenco, como el fantasma del padre de Hamlet, es buen testigo de ello, aunque en este caso mudo.

Shakespeare y Cervantes. Cervantes y Shakespeare contemplando los despojos de un casco histórico que un día fue grande. La de historias —valga la redundancia— que podría haber compuesto tal suma de talentos e ingenios. Tendremos que conformarnos con ver si dentro de otros 400 años siguen ahí o se han caído a pedazos.

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