Son numerosas las voces que en todo el mundo se alzan contra la celebración del Mundial de fútbol en Catar, un país donde se violan sistemáticamente los derechos humanos.
Desde 2010 —cuando la FIFA escogió a Catar como sede de estos campeonatos— a 2022 se calcula en unos 6.500 los trabajadores inmigrantes —de India de Nepal, de Kenia, de Bangladesh, de Pakistán...— fallecidos víctimas de las abusivas condiciones de trabajo: con salarios míseros, sin días de descanso, trabajando de sol a sol, sin medidas de seguridad, a 50º de temperatura y por supuesto sin derechos laborales reconocidos como el derecho a la libre sindicación, algo prohibido en el país que tiene la cuarta mejor posición en la economía mundial.
Amnistía Internacional ha exigido a la Federación Española de Fútbol que haga un "gesto público" que defienda todos los derechos de las personas en Catar y que "se reparen los abusos cometidos en todos estos años" y que se destinen 440 millones de dólares a "los cientos de miles de trabajadores y trabajadoras migrantes que han sufrido abusos contra sus derechos humanos".
Esta petición la han apoyado varias federaciones europeas como las de Bélgica, Francia, Reino Unido, Alemania o Países Bajos que han decidido además que sus jugadores lleven un brazalete con los colores del arco iris, en apoyo al colectivo LGTBI, algo que no harán los jugadores españoles.
Amnistía Internacional insta a las autoridades cataríes a hacer cumplir y reforzar las protecciones laborales, "empoderar a las trabajadoras y los trabajadores, hacer que el trabajo sea remunerado y garantizar el acceso a la justicia y a las vías de recurso".
Está claro que en el mundo el valor supremo es el dinero por encima de todo lo demás. Los ciudadanos debemos estar bien informados para exigir a los responsables públicos que los Derechos Humanos se cumplan en todas las partes del Mundo.