Aquella Nochebuena no fue como otra cualquiera. Millones de familias se reunieron en nuestro país, junto a una mesa, en el tradicional encuentro navideño. El debate estaba servido.
Y es que fue el día 24 de diciembre de 1988 cuando el Gobierno del PSOE, liderado por Felipe González y Alfonso Guerra, indultó al general golpista Alfonso Armada.
En aquella ocasión, la derechita cobarde y la ultraderecha patriótica no convocaron ninguna manifestación de protesta. Se justificó la decisión en ese espíritu de concordia que aconsejaba “superar” el pasado. La medida de gracia, que el propio Narcís Serra negó días antes, se tomó sin posibilidad de debate público. Se tomó y punto. Los fiscales y el Consejo General del Poder Judicial no dijeron ni pío. El propio Tribunal Supremo consideró que Alfonso Armada ya estaba "corregido" y podía ser indultado. Es literal, pueden buscarlo en la hemeroteca. Parecidos argumentos usaron los jueces para justificar el indulto de Tejero.
El general Armada fue un golpista condenado, una de las muchas cabezas pensantes del 23F. Fue capaz de mandar tanques a las calles y militares armados al Congreso de los diputados. Y si no hubiera habido cordura en el incipiente estado democrático recién instituido en España, el golpe de Estado del general Armada habría acabado con un enorme derramamiento de sangre, y nos hubiera podido devolver a una nueva dictadura de corte fascista.
Sus delitos, juzgados conforme a las leyes democráticas, eran incuestionables. Aun así, España le devolvió una gracia que él no quiso para el país que había traicionado. España le otorgó el perdón. Y el Gobierno de Felipe González y Alfonso Guerra, que estuvieron en el Congreso secuestrados la noche del 23F, le otorgaron el indulto.
No seré yo quien cuestione la medida que tomaron Felipe y Alfonso. Al igual que no tengo capacidad intelectual suficiente para evaluar, sin dudas y argumentos que se contradicen, lo que el presidente Sánchez acaba de firmar sobre la amnistía de los participantes en el proceso independentista de Cataluña.
Razones tengo para pensar que hay muchos motivos para estar a favor y en contra. Y dudas tengo sobre si es justo o injusto lo que se pretende. Porque la duda, como eje central de todo proceso intelectual, es inherente a toda persona que se enfrenta a una cuestión excesivamente compleja. Pero de lo que no tengo duda es que Felipe y Alfonso no tienen legitimidad alguna para hablar de la amnistía de Sánchez después de indultar a Armada. Al igual que no tengo dudas del cinismo de la derecha española, capaz de callar ante el indulto de un general golpista en 1988, y dispuesta a rasgarse las vestiduras ante la inminente amnistía manufacturada para los independentistas.
¿Qué diría la jovencísima Ayuso el 24 de diciembre de 1988 cuando se enteró de que el golpista Armada era indultado? ¿Le diría a su hermano que “devolverían golpe por golpe” como ha dicho hoy en una plaza de Madrid?
¿Qué dijo M. Rajoy, que, por cierto, en 2012 firmó el indulto de Josep Maria Servitje Roca, secretario general de la Conselleria de Trabajo de la Generalitat de Cataluña en los gobiernos de Jordi Pujol, condenado por malversación?
¿Qué dijeron Aznar o Feijóo ese día 24 de diciembre de 1988? ¿Dijeron que el Gobierno de Felipe y Alfonso estaba asestando un golpe irreversible a la democracia?
¿Cuando Aznar dijo hace unos días que “cada uno tenía que hacer todo lo que estuviera en su mano” para parar este golpe a la democracia que, según él, es la amnistía… estaba acaso pidiéndole a los españoles a que encontraran las armas de destrucción masiva que él no tuvo capacidad de encontrar en su particular guerra?
Sin duda, España es un país complejo, y cuanto más lo estudio y analizo, cuanto más lo entiendo, menos lo comprendo. Pero después de tanto pensar sobre lo que somos como país, tengo al menos dos certezas.
La primera, es que España sufre de una anomalía histórica que no tuvieron que padecer en Europa, y que perturba la vida diaria de todos y cada uno de los españoles: en España los fascistas ganaron la guerra y gobernaron durante más de 40 años.
La segunda es que fue el mismo PSOE que perdonó a Armada el que ahora va a perdonar a los independentistas. Y es lógico que así sea: al fin y al cabo, el PSOE es un partido socialdemócrata.