No sé quiénes son los Reyes Magos

Me llamo Juan..., al menos así se dirigen a mí mientras estoy en mi cuna o en estas pocas y ásperas mantas que intentan asemejarse a una. No sé leer ni escribir..., pero aunque sólo tenga un año de vida poseo la capacidad, desde el primer día, de padecer y de comprender todo lo que ocurre a mi alrededor..., y os aseguro que hubiera sido mejor nacer en otra situación porque sólo conozco el hambre y el frío.

Y eso de pasar hambre no se lo deseo a nadie y menos a una persona como yo que no puede articular ni una palabra..., únicamente unos balbuceos que ni mi madre, a la que veo llorar cada dos por tres, logra entender. Así que el chupete es una de esas cosas a las que me han condenado a llevar cada segundo..., y lo hacen sobre todo para calmar mis llantos; lloros que hieren a mi pobre padre..., pero no podéis imaginar como habla el hambre..., que hasta se me escapa por los ojos. Sólo sonrío cuando me sacan en esos días de sol y luz..., que hasta se me olvida cómo es llorar mientras mastico el trozo de pan que me dan para engañar a mi hambre..., aunque no paro de escuchar a mi mamá decir, a la gente que apenas conocemos, que es para aliviar algo sobre mis encías. Me gustan esos callejones estrechos llenos de personas que pasean.

Muchas endurecen sus rostros -la mayoría- cuando nos ven y sólo los vagabundos ríen mis gracias..., y sé lo que son vagabundos porque me llama la atención que tengan la misma sonrisa que me veo en los escaparates de las tiendas. Y la gente habla; habla y grita como si el mundo tuviera que pararse..., y charla de la Navidad como un tiempo de prisas y obligación..., y los niños, a los que casi puedo oler, chillan que ya están a punto de llegar los tres reyes magos..., y yo ahí me pierdo porque no sé lo que significa la palabra magia ni creo que pueda darme de comer.

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