El alcalde de Sevilla, José Luis Sanz, logró hace un mes una victoria en un pleno extraordinario que resonará para el resto del mandato. Y lo hizo tras perder una votación. Planteó una cuestión de confianza, es decir, preguntó al pleno si seguía teniendo el apoyo, y que si así era, le aprobara el presupuesto. El pleno dijo que no. Entonces se abría un plazo de un mes para que alguien se presentara y tratara de arrebatarle la Alcaldía.
Todo, según lo marca un artículo de la Ley del Régimen Electoral sin apenas uso en la vida diaria de los ayuntamientos, pero que estaba para algo, y tanto, porque aquí se le ha dado uso. Pasado un mes, no ha habido mayoría alternativa posible (a la izquierda no le dan las cuentas para tumbar al PP y jamás podría entenderse con Vox, por más cabreo que tenga el partido de Abascal con el alcalde). Por tanto, queda aprobado el presupuesto de 2024, porque la moción de confianza que presentó José Luis Sanz iba en el mismo pack. Esta noche entrarán en vigor.
Es una vía inédita en Sevilla. Posiblemente, algún alcalde o alcaldesa en algún pequeño pueblo de España en estos años ni conociese el procedimiento. Por un lado, es el fracaso del pacto político, la incapacidad de todas las siglas por poner cosas en común. Por otro, es la victoria burocrática del único partido con capacidad de gobernar y sortear el bloque al que se enfrentó. Las razones: Vox dijo que o entraba en el gobierno o nada, y Sanz ha experimentado con ellos la nada, ningún apoyo importante en un año; y el PSOE no ha visto un escenario interesante para romper con los dos bloques.
Serán los presupuestos más amplios de Sevilla. Más de mil millones que servirán para cumplir con buena parte de lo que prometió el alcalde: limpieza, arreglos de colegios, seguridad...
Venía Sevilla de ocho años del PSOE, desde aquel 2015 en que España parecía que ya salía de una crisis de casi una década, y hasta 2023, con un último tramo de cuentas pandémicas. Con este presupuesto, Sanz se asegura que podría prorrogarlo tres años -o incluso aplicar la misma receta de la moción de confianza-. Pero serán los primeros suyos. Los primeros que podrían decirse diferentes, que cierran la etapa anterior.
Por ejemplo, construir parkings alrededor del centro, mejorar la movilidad de los servicios públicos, limpiar grafitis, ofrecer nuevas políticas a los barrios y al centro, rehabilitaciones, renegociación con parte de la plantilla, arbolado... Es decir, todo aquello que fue agenda de crítica en los dos pasados mandatos al gobierno socialista, reflejados en construir ahora en positivo.
El primer año de Sanz ha recibido críticas. Ahora, tiene margen para poner en marcha proyectos y cambiar el rumbo de la ciudad, que es para lo que sus votantes confiaron en él y en el PP. Este 8 de julio comienza de verdad el mandato reducido de tres años. O la parte con más 'chicha'. Eso sí, aquella moción de hace un mes quizás haya generado ciertos malestares en la oposición y sea más difícil llegar a acuerdos puntuales, especialmente con Vox y PSOE. Eso abre incertidumbres: lo que no tenga que ver con los presupuestos, lo que siga necesitando la voz del pleno, ¿saldrá adelante? Sevilla cambia de ritmo. Pero con cuentas nuevas.