Parecía que no iba a pasar pero si lo va a hacer.
Apenas unas horas después de una consulta sobre Monarquía o República en todo el país, que aunque no ha sido multitudinaria en cuanto a cantidad, si ha dado un resultado que ha sorprendido incluso a sus organizadores y que debería servir de aviso a navegantes, nos informan que el Rey Emérito viene a visitarnos.
Este país, en especial en partes significativas de él como Catalunya, Euskadi, o Navarra, cada vez es más republicano y menos monárquico según nos señala esa consulta.
Probablemente menos por acierto de los primeros que por errores y cada vez más demérito de los segundos.
Que el rey emérito se le ocurra ahora aparecer significa tirar piedras contra su tejado y debemos suponer no le habrá hecho mucha gracia a su hijo, el actual rey Felipe VI y mucho menos a su familia. Que cometa la torpeza de recibirle va a suponer otra piedra más.
Conociendo el carácter de la actual reina leticia estará jurando en hebreo sabiendo (es la más lista), que esta inoportuna visita desgasta más aún el futuro de su hija.
Quizás si el susodicho sigue ziriqueando no llegue a reinar nunca.
Decía Alfonso Guerra que, “cuando el enemigo se equivoca hay que dejarle hacer”.
Eso decimos los republicanos sobre la nefasta visita del próximo sábado a Sanxenxo, a una regata con fiestas y comilonas incluidas. Conociendo la caradura del protagonista probablemente sin pagar ni un puñetero euro de su bolsillo. Mal ejemplo.
Mientras que no se lleve nada como lo hizo anteriormente habrá que darnos por satisfechos.
La polémica levantada tiene mucho de esperpento. Que si no tiene causas judiciales pendientes, que si su papel en la Transición, bla, bla, bla.
No las tiene, no porque no fuera un supuesto mangante, sino o bien porque era inmune, o porque había vencido su efecto. Pero desde luego se lo llevó por la cara y además defraudó a hacienda en un momento donde el resto de la ciudadanía lo pasaba mal.
No eres bienvenido rey emérito, no te apreciamos, incluso los que algún día lo hicimos tampoco. Consideramos que eres un caradura y con tu visita nos tomas el pelo.
Lo mismo que en tiempos (quizás también ahora) algunos gritamos “yankis go home” y otros “txakurra barrura”, ahora te decimos con educación; “Juan Carlos vete ya”. A Abu Dabi, o al fin del mundo, pero lejos de aquí.
En esta ocasión para un observador analítico puede llegar a la conclusión, de que existe una mayoría de la ciudadanía que se muestra ajena a esta real visita, después existe un grupo importante que la rechaza y le molesta, entre ellos gentes de izquierdas pero también de derechas y por último una minoría cada vez más exigua que la aplaude.
Para los que vivimos la Transición desde la izquierda, nos resulta una verdadera pena ver cómo ha dilapidado su activo de entonces.
Quizás le haya compensado el puñado de millones de euros que se llevó, o la vida de lujo y amantes, pero gracias a eso pasará a nuestra historia con una mancha negra del tamaño de nuestra península.
Qué pena de Juan Carlos I, qué pena de monarquía.
Hoy gritamos más que alto que nunca: ¡Viva la República!
Comentarios