Este artículo no va de la semana pasada por agua que llevamos en nuestra provincia. Bien podría valer, pero me refiero a la situación actual del Cádiz en Primera División. Y no es porque el equipo esté en estos momentos en puestos de descenso, que también, sino por toda la marejada que van dejando los resultados, actuaciones y decisiones que rodean a un club que no pasa por su mejor momento.
Porque el estar luchando por no descender es o debería ser algo lógico para un club como el amarillo. Uno mira al resto de equipos de la categoría y cuesta, hoy en día, encontrar tres equipos con peores perspectivas que los de Cervera. Hasta el idolatrado míster, sigo siendo uno de sus admiradores, parece estar algo perdido en las últimas jornadas al no encontrar todavía la fórmula que tan buenos resultados le han dado en los últimos años.
Pero no todos los problemas están sobre el terreno de juego. El enésimo divorcio entre el entrenador y el presidente, una Junta de Accionistas cada vez con más personas ajenas al fútbol, la búsqueda de terrenos para un nuevo estadio, la bajada de asistencia de espectadores al antiguo Carranza... y podría seguir enumerando.
También es cierto que todas estas cosas se solucionan con victorias. En el momento que el Cádiz empiece o encuentre el camino de los tres puntos, todas las nubes negras se convertirán en un paisaje más que soleado. Buscando el lado positivo, estamos en noviembre y queda mucha liga por delante. Tiempo para que se saquen los paraguas, chubasqueros y botas de agua y esperar que así la tormenta escampe.