La cuestión territorial en España es como el dinosaurio del cuento de Augusto Monteroso. Cuando el 15M despertó del no nos representan, del no somos mercancía en manos de banqueros, el dinosaurio seguía allí. Quien quisiera sostenerse con empuje de ruptura con el 78 y su bipartidismo habría de aceptar sin más remedio la plurinacionalidad de España. Hubo de incluirse en el análisis de época la clave territorial junto con el empuje feminista, el ecologismo sin fronteras, la clase obrera, llamada trabajadora con las fábricas en China, estrujada por el capital, y los poderes del estado controlados por el triunvirato del franquismo, la banca alemana y los fondos de inversión residenciados en Wall Street.
Tras la dimisión, por fin, de Carlos Lesmes, ya expresidente del Consejo General del Poder Judicial, el PSOE y el PP rememoraban el bipartidismo para renovar el órgano de gobierno de la judicatura con funcionamiento inconstitucional caducado por casi cuatro años. El acuerdo estaba hecho a falta de fecha y hora para anunciarlo. Entonces un WhatsApp de Isabel Díaz Ayuso,sincronizado con un titular inmundo y una arenga en la radio copera de los santos obispos, lo desbarataron y señalaron que Feijóo rompía también España al pactar con quienes negociaban con ERC reformar el delito de sedición.
El sustituto de Pablo Casado, después de que éste fuese desalojado con urgencia de la presidencia del partido por osar intentar cortarle las alas a Isabel Díaz Ayuso, utilizando un feo asunto de compra masiva de mascarillas, consultó al único apoyo con fuerza real, el presidente andaluz Juan Manuel Moreno Bonilla. El andaluz le dijo que lo que él viese, vamos, que se quitó de en medio con la bandera andaluza entre las piernas, dejando al gallego más solo que la virgen de la Soledad.
En palabras del gallego el acuerdo bipartidista ha quedado congelado hasta que haya un nuevo PSOE, es decir hasta que el actual gobierno de coalición pierda las elecciones. La forma de la ruptura ha servido para recordar la naturaleza genética anticonstitucional de la derecha española. Feijóo ha caído en el agujero negro de Madrid. El PP seguirá entre el Palacio de Oriente y el Alcázar de Toledo. Un señor de Galicia, que llegó a Madrid bajo los epítetos de moderado y hombre de estado, huele a alcanfor y se achanta para no oler a cadáver en el mismísimo mes que empieza con fiesta de difuntos.
Las posiciones de la prensa madrileña, tanto la progresista, si quiera en apariencia, como la de derechas, siguen condicionando para mal la política en España. Una alianza progresista, federal y plurinacional debería abordar eso y achicar el espacio de influencia de la capital. España no es Madrid. A ver si RTVE asume el reto. Importantes columnistas de medios progresista, incluso de izquierdas, ya preparaban, y empujaban, la posibilidad de un Feijóo que se entendiese con la derecha vasca y catalana, que, como Juan Manuel Morteno Bonilla achicase el espacio de Vox en beneficio de un moderado PP, para que todo volviese a un bipartidismo, ya fuese imperfecto, con una izquierda anti Otan, pacifista, republicana y plurinacional reducida, otra vez, a escombros. Victoria Rosell y Podemos pagaban el pato con el visto bueno de cierta izquierda de cartel. Lástima, era un mal cálculo.
Pedro Sánchez, que como confesó a Jordi Évole, también ha sufrido la amenaza de la terna formada por el franquismo incrustado en el estado, los fondos extranjeros y el poder mediático, vuelve a tener una oportunidad histórica para avanzar democratizando España o quedar al albur de la derecha reaccionaria que ha parado los pies a Núñez Feijóo. Se dan las condiciones para liquidar un delito extemporáneo e inexistente en la UE como el de sedición, y para reformar la ley orgánica del poder judicial para que no pueda existir minoría de bloqueo en la elección de sus miembros. Europa no tendrá ningún inconveniente, al contrario.
La composición del Congreso emana de los resultados electorales, o sea del pueblo, no hay nada que impida en el articulado de la CE que los diez integrantes del CGPJ de extracción parlamentaria puedan ser elegidos, como propone Podemos, por mayoría reforzada, la mitad mas uno de los votos a propuesta de cinco grupos parlamentarios. Si Pedro Sánchez quisiese, a Feijóo y a Ayuso se les acabaría el cuento de Monterroso con el que han decidido continuar el próximo ciclo electoral, el dinosaurio es Cataluña, la frase España se rompe. El presidente Sánchez puede optar entre más democracia o el continuismo del viejo PSOE con el que se ha vuelto a ver este finde en Sevilla. Los partidos que forman la coalición de gobierno y los que ayudan a su estabilidad representan la España democrática con futuro, la diversa y plurinacional. Nunca lo tuvo Sánchez tan fácil para arrinconar al PP en la ultraderecha.