Noche del 3 de Febrero de 2019, son las 21.30h. Hace 5 grados de temperatura en Jerez, y durante la noche bajará hasta los 2 grados. No es tiempo de estar en la calle. Me llama al teléfono Yusef, un chaval marroquí de unos 20 años que duerme desde hace unos tres meses en el Albergue Municipal. “No nos han dejado entrar”, dice, “a Salah, a Mohamed y a mí”. “Por qué?”, le pregunto. “Porque Mohamed derramó sin querer un vaso de leche en el desayuno, y cuando hemos regresado esta noche, el celador de la puerta nos ha señalado con el dedo y nos ha dicho: Tú, tú y tú, a la calle”.
Yusef, Salah y Mohamed no tienen a dónde ir. No hay ningún hogar alternativo, no hay sitio en ningún lado. Nos llaman a la Red de Apoyo a Inmigrantes porque es el único recurso que les queda. Nos conocen de venir a nuestras clases de español, de compartir cafés con ellos, de ayudarles con los papeles y con sus tareas. No faltan nunca a una clase. Son muchachos muy responsables y muy colaboradores. Pese a que salen a las 07.30h de la mañana, comen en El Salvador, y regresan a las 21.00h, no cesan en su empeño de tener un lugar en nuestra sociedad y ser personas de provecho.
Hace unos días denunciamos que a otros dos chicos marroquíes, ex–MENAs (Menores Extranjeros No Acompañados), se les cerraron las puertas del Albergue Municipal en plena campaña de “Ola de Frío”, en la que supuestamente nadie se iba a quedar en la calle. La excusa de la delegada responsable fue: no hay sitio, y hay que llegar a la hora adecuada (por la mañana, horario de oficina) para obtener sitio en el albergue. Pero es inhumano condenar a unos chavales (que ya llevan una mochila grande encima de dificultades, rechazos y escaseces) a quedarse en la calle con el frío, porque no llegaron a la hora de despacho de la trabajadora social, o porque el Ayuntamiento es incapaz de abrir una sala o local municipal para pasar unas noches (como es su obligación), por falta de voluntad política o por incompetencia.
Una noche más, tres chavales son arrojados a la intemperie por insensibilidad e incomprensión de gente que no se preocupa por ellos, y que seguramente no duermen al raso. Salah, Mohamed y Yusef dormirán, como otras veces ha sido preciso, entre los libros de nuestra biblioteca de CNT, porque para nosotras no hay patrias ni fronteras y ninguna persona es ilegal. Sebastián Oliva, Kropotkin y Emma Goldman acunarán sus sueños de dignidad.