Levantarse cada mañana, algo más tarde de lo que lo harías, abrir los ojos y encontrarte que tienes otro día por delante, es de agradecer. Ya a quien se lo agradezcas o a quien no, depende de las creencias de cada cual.
Así que saludo a la mañana diciendo: “otro día en el paraíso”. El amor de mi vida, Maricarmen, que la tengo al lado, ya me riñe si no me lo escucha decir. Porque vivimos en un paraíso. Y porque en este paraíso, aún no falta nada importante.
Hay tantos paraísos como casapuertas o portones haya. Y fuera está, desatado, el infierno.
Y como buenos paraísos y buen infierno, tenemos ángeles y demonios. Ángeles que luchan en el infierno contra un ser diminuto que mata, sin tener conciencia de la muerte, porque ese ser, en sí mismo, no cumple las condiciones para estar vivo. Ángeles que luchan para mantener los paraísos vivos, seguros, abastecidos, protegidos, comunicados, contentos (dentro de lo que cabe), limpios, fortalecidos… Ángeles que cuidan a mayores, que cuidan a pequeños, que cuidan a los que cuidan y a sí mismos. Ángeles hay muchos.
Demonios también hay. Y no, no es el virus el demonio al que me refiero… Y tampoco, no es momento de hablar de demonios. Dejemos los demonios en el infierno.
Me gustaría hablaros hoy de uno de los ángeles que tengo en casa. Como decía Machín en su canción, es un ángel negro, ya que su armazón está hecho de una especie de metacrilato de ese color. Además es un juguete mecánico, ruidoso, quisquilloso, relativamente moderno. Ese aparato, en combinación con un ordenador y programas que dibujen objetos en tres dimensiones, es capaz de fabricar, en plástico, lo objetos que imaginemos: la llaman impresora en 3D.
Hay muchos paraísos con muchísimos ángeles de este tipo. Unos más potentes; otros menos. Todos se han puesto, en la medida de sus posibilidades, a trabajar. Ninguno ha dudado en ponerse en marcha para fabricar los escudos que otros ángeles usan para protegerse de las amenazas del infierno que nos ha tocado vivir: una simple visera a la que se puede acoplar un trozo de plástico transparente llamado acetato que, lejos de ser lo ideal, intenta frenar un virus que no entiende que está matando.
Voy a poneros aquí la lista de los ángeles de este tipo que conozco. Si alguno no está, no se lee, porque al pobre autor de este artículo no le da más el entendimiento, que haga el favor de leerse mentalmente: Ventura Sánchez, Rubén Badillo “sobrino de Fernando”, Paco Rendón, Nacho Franco, Luis García, Julio Ramos, Juan L. García, José Ramón, José Carlos, Jose Antonio, Jose Alberto Torres, Jesús García, Íñigo, Fernando Murillo, Fernando Del Ojo, Diego Palomino, David Castro, Daniel Gallardo, Borja López, Antonio Berraquero, “ponte aquí si no te encuentras” y yo mismo (y sus familias, que nos “soportan” y apoyan). Entre todos ellos se han fabricado a día de hoy, y desde que empezó el confinamiento, 3843 viseras mal contadas (que puede que sean más) y, junto a un ángel de otra jerarquía, José Alberto, de Mecanizados Torres, con una máquina distinta, que fabrica viseras por otro procedimiento, llegamos a las 7515.
Todos estos ángeles se hacen llamar a sí mismos “3D solidarios” o, cariñosamente, “los abejorros”. ¿Por qué? Bueno, los ángeles vuelan y los abejorros también. Algo tendrán en común.
Y los ángeles de verdad, los que están ahí fuera jugándose el tipo, a quienes se las hemos entregado, están trabajando en estos centros: Hospital de Jerez, Hospital de Sanlúcar de Barrameda, Hospital del Puerto de Sta. María, Hospital de Cádiz, Hospital de Puerto Real, Hospital Virgen del Rocío de Sevilla, Hospital Beato San Juan Grande, Caritas, Centros de Salud de la Ciudad, Médicos de atención primaria, Centros de Ancianos, Farmacias, Clínicas dentales, Policía Nacional, Guardia Civil, Ayuntamiento de San José del Valle, Conductores de ambulancias de Jerez, Sanlúcar de Barrameda y la Sierra de Cádiz, Policía Local de Arcos, varios en San José del Valle, San Fernando y Puerto Real, empleados de Correos, Afanas Jerez, empresas de alimentación, Asilo de San José… Y seguramente en más sitios que no tengamos controlados.
Y no quiero olvidarme de, al menos, recordar a otros coros de ángeles que también conozco y que actúan por la provincia y por Andalucía. Mis compañeros/as profesores de Tecnología, los que nos juntamos para montar RobyCAD, y los que nos agrupamos en APTA. Todos estos abejorros y abejorras sabemos que habernos actualizado como docentes en nuestra área de Tecnología, a pesar de todo, no ha caído en saco roto.
Pero en esta historia hay más ángeles: porque las máquinas necesitan material (llevamos gastados casi 72 kg de filamento plástico en unas 5541 horas de trabajo conjunto, sin contar acetatos y gomillas). Como ángeles que donan (Juan Luis, José María, Misael, Agustín y Ana, Vergara, Carlos, Alfonso, María José, José Manuel, Adela, Rosa, Fernando, Yasmina, J A Navarro, José Salvador, Francisco José, Maria de los Santos, Jesús y Mónica, Yoli, Rubén, Cristobal, Jose Luis, Ángel, Isabel, Esperanza y familiares, Alberto, Luis, María Reyes, Paqui, Antonia, Josemi, Daniel, José Mari, Bruno, Julio, el Hospital Beato San Juan Grande, UCA, Vinagrería La Andaluza, S.L. García Tardío y el Ayto. San José del Valle, Paco Barbo, Papelería la Española, Papelería Cybercampus, Mercería Encarnita del Paseo de las Delicias y Amparo de la antigua mercería de Barriada Los Pinos, Ortopedia San Dionisio, Centro Salesiano Manuel Lora Tamayo - Claustro y AMPA -, Ceballos, IES Fernando Savater, CEIP Blas Infante, Oficina 2005 de S.José del Valle, CEIP Blas Infante, Papelería Asta Regia, Carrefour e Hipercor aportando bolsas para el reparto, Instituto IES Castillo de Tempul, Guadalinfo San José del Valle, Iberdrola de Arcos de la frontera, Talleres J Paez S.A. , Webcaravan en Jerez, ACOGE, CEIP Blas Infante, IES Seritium, vecinos del pueblo de Espera y a muchos/as anónimos a los/las que no tengo controlados) y ángeles que las reparten (como Adela, Carlos, Alberto o Bosco, o como Carmelo y la Cruz Roja, o los taxistas de Jerez y los costaleros de la Cofradía de las Cinco Llagas). Junto a otros ángeles con historias distintas, más o menos intensas, a los que desconozco personalmente, pero escucho sus logros de oídas, y a los que también hay que agradecer que estemos…
...Un día, un día más, en el paraíso.